sábado, 5 de julio de 2014

Lo clásico y lo distinto

 [Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 4 de julio]

El Sotón y La Olivada, absolutamente diferentes, pero tan satisfactorio uno como otro

Las opciones para el aficionado a la gastronomía son cada día mayores, pues crecen las fórmulas para satisfacerlo. Traemos hoy a colación dos, absolutamente diferentes, pero igualmente satisfactorias para gourmets, y no tanto, sin prejuicios.
Si el primero es clásico y amplio, dotado de larga historia y mucho personal, con diferentes menús y posibilidad de carta, el segundo apenas cuenta con poco más de un año de vida, lo regenta una pareja, es diminuto y solo se accede con reserva previa para degustar un único menú.

La fotografía no engaña, Rodaballo a la brasa en el Sotón.
La Venta del Sotón
De entrada, un clásico, La Venta del Sotón, en Esquedas, a las afueras de Huesca, que quizá haya perdido influencia mediática en los últimos tiempos, pero que sigue siendo, sin duda, uno de los restaurantes de referencia de la comunidad. Con su propietaria, Ana Acín, oficiando en la cocina, aunque sin desatender el funcionamiento de la sala, El Sotón ha encontrado un óptimo punto de equilibrio entre un sofisticado y atento servicio, que se ocupa de una cocina capaz de simultanear la tradición con diferentes innovaciones.
De entrada, se sorprende al comensal con una cata de diferentes aceites autóctonos de la provincia, nada menos que cinco, que se sirven a modo de aperitivo con pan de horno de leña de la cercana localidad de Bolea. Una apuesta por la cercanía que se mantiene a lo largo de toda la degustación, incluidas las propuestas de vino, de la cercana VT Ribera del Gállego – Cinco Villas o la más conocida DOP Somontano.
Algunos de los platos de los que se pueden disfrutar en la nueva carta de verano, así lo explicitan: Gazpacho de cereza de Bolea y Trucha imperial de El Grado con borraja; Pan de oliva, tomate rosa confitado, sardina ahumada y escarola; Pasta cocida al vino rellena de boletus y perdiz escabechada, una divertida novedad; Rodaballo a la brasa, con verduritas y Orio; Solomillos de cordero con rebozuelos; o Tarta con cereza de Bolea y sopa de chocolate blanco, yogur y cerezas de Bolea.
Todo ello aliñado con un espectacular menaje, un servicio a la altura y precios más que razonables para lo que se ofrece al cliente, también con menús a precio cerrado: aragonés, por 21 euros, o el degustación, por 45, vino incluido.
La Venta del Sotón. Ctra. Tarragona-San Sebastián, km. 227. Esquedas. 974 270 241. 

Una inusual ensalada de tomate, aliñada con trufa de verano.

La olivada
De otra forma, también sorprenden al aficionado en La Olivada, un céntrico y diminuto restaurante zaragozano, donde solamente se accede bajo reserva previa y se disfruta de un menú degustación cerrado, por 20 euros, que no incluyen el vino, lo único que se puede elegir, además de los cafés o las posibles copas posteriores.
Se comienza siempre con una degustación, también a modo de aperitivo, de tres diferentes olivadas, haciendo honor al nombre. Y después… lo que toque, pues el cliente solamente lo irá sabiendo según progrese el menú. Son siempre, eso sí, cuatro entrantes, una carne, un pescado y dos postres, entrelazados siempre por un hilo conductor, que cambia cada mes.
Si en junio fue la trufa de verano –tuber aestivium−, denostada, pero muy refrescante, este mes de julio será el arroz… y poco más nos dejan escribir. Está presente a lo largo de toda la degustación, pero jamás se impone, ni llega a aburrir. Lo que resulta posible gracias al derroche de imaginación previo a la creación del mismo. Una cocina sencilla en las técnicas, hábil en el uso de los condimentos y especias, capaz de sorprender mes a mes.
La Olivada. Royo, 14. Zaragoza. 976 071 660.


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