sábado, 31 de enero de 2015

A por la comida vulgar

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 31  de enero]

Suelen ser estos días, los comprendidos entre Fitur y Madrid Fusión, un canto a la gastronomía como cultura, atractor turístico, economía, etc. Los responsables políticos se llena la boca acerca de la importancia de esta disciplina transversal –ahí aciertan y del esfuerzo que hacen por apoyarla. Donde yerran.
Más allá de estos eventos rodeados de fotógrafos, nuestros dirigentes, en general, se preocupan poco de la gastronomía. Y da fe el firmante en condición de editor de la única revista de gastronomía aragonesa presente en los kioscos, ayuna de apoyos institucionales, pero tozuda a la hora de cumplir su rol social.
¿Cuántas veces han visto a un consejero, concejal o diputado tapeando por su ciudad? ¿O comiendo con su familia y amigos? ¿Comprando en un mercado? Sí, los van a ver en los próximos meses –electorales−, pero hablamos de los pasados, los lejanos de las urnas.
Si la semana pasada se leía aquí que «no será uno quien escriba lecciones, porque no las tiene», vamos a contradecirnos. Todos apuestan por gastronomías señeras, inolvidables, únicas, pero se olvidan de conformar, mimar y cuidar, lo que podríamos denominar ‘comida vulgar’, entendida como tal lo que dice el diccionario: «común o general, por contraposición a especial o técnico».
Se busca la notoriedad, la excelencia, el lujo. Pero el turista come todos los días y no siempre en los lugares señeros. Nadie duda de los atractivos de las mesas gallegas, pero poco serán capaces de citar afamados cocineros o restaurantes de dicha comunidad. Porque han conformado su cocina vulgar de manera excepcional, generando expectativas hacia el producto, practicando el respeto y la sencillez en los fogones, mimando al cliente que llega hasta allí.

Quizá nuestros principales tiros institucionales deberían ir por allí. Por una sencillez generalizada, basada en nuestros alimentos singulares, cuidando la cocina, pero también el servicio al viajero. Conformando en definitiva esa clase media, vulgar, que debe ser tan importante que determina todos los gobiernos. Y eso no debe ser muy complicado.

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