sábado, 4 de enero de 2014

¿Existe la agroalimentación en Aragón?

La DOP Aceite de oliva Sierra de Moncayo ha obtenido
el reconocimiento europeo. Vista de olivares de la denominación.
[Artículo publicado en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 3 de enero]

 Ya lo ha dicho el secretario general de la UAGA al presentar el balance del año 2013, al calificar de «anodino» al consejero de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, Modesto Lobón, que no era precisamente –antes de su llegada a la consejería− un político que pasara desapercibido. Lo que contrasta con la frenética actividad de su antecesor, titular también –matiz nada fútil− de Alimentación.
Ciertamente, los presupuestos ha disminuido en gran medida, que podría haber sido menor, pero no lo es menos que este departamento ha decidido suspender las importantes labores de promoción de nuestros productos, la presencia en ferias, las acciones divulgadoras a través de Sirasa o actividades tan celebradas como “5 al día”, etc. Y parece más opción política que resignación ante los escasos dineros públicos. Y el tímido apoyo que ha llegado, ha sido de la mano de Turismo y/o Economía, lo que no está mal, pero no resulta suficiente.
Lo que hay que sumar un sector excesivamente acostumbrado a la subvención, al empuje por parte de la administración, que en demasiadas ocasiones se siente incapaz de lanzarse al ruedo de los mercados, de la venta y promoción en el exterior; en definitiva, de ir más allá de la mera producción. Que, en general, sigue siendo de alta calidad.
Así, repasando las noticias que deparó 2013 cabe preguntarse si existe nuestra agroindustria. Más allá de alguna inauguración o promesa de inversión, escasa presencia se ha visto en los últimos doce o veinticuatro meses.

Entre las escasas alegrías, y como estaba previsto, Europa ha reconocido las dos últimas denominaciones de origen protegidas aragonesas, la Cebolla Fuentes de Ebro y el Aceite de oliva Sierra de Moncayo. Pero el Jamón de Teruel apenas despega, el Melocotón de Calanda y el aceite del Bajo Aragón subsisten como pueden, mientras que los vinos se han volcado en la exportación para tratar de dar salida a sus vinos. Y el Espárrago de Navarra –que también ampara a parte de territorio aragonés− cada vez es más foral.
Quizá sea la IGP Ternasco de Aragón la única que se ha implicado en la promoción de su producto, bien colaborando con su escaparate natural, la hostelería, bien con numerosas acciones propias. Mientras que la agricultura ecológica se mantiene, antes por la sensibilidad ciudadana –crecen los huertos y determinados comercios de proximidad, se mantiene el mercado de los sábados en Zaragoza−, que por la propia iniciativa del comité.
Los pequeños productores, los artesanos agroalimentarios, van salvando los muebles, feriando de ciudad en ciudad o acomodándose como mejor pueden a las nuevas tecnologías. Y los grandes –medianos, si consideramos la escala nacional− siguen mirando más allá que acá, donde somos pocos y no muy dados a consumir lo nuestro.

Magro panorama, pues; año perdido para reencontrarse con el cliente natural, el local, aunque por comenzar el año de forma optimista, sí se aprecian atisbos de futuras colaboraciones. Aragón con gusto puede ser un ejemplo, la trufa, otro, pero se antoja magro para un sector que debe ser –eso proclaman todos− estratégico para el futuro de Aragón.

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