sábado, 20 de abril de 2013

Veladores


[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 19 de abril]

El calor ya está aquí. No es noticia, pues más tarde o más pronto se haría notar. Y, desgraciadamente, tampoco es novedad que en estos momentos la mayoría de los hosteleros apenas sepan si pueden sacar dos o seis mesas a la calle, si las sillas han de estar cara la pared —sí, como leen, de espaldas a esa calle que nos gusta mirar con el vino y el cigarrito—, si les medirán, o si les multarán. La misma canción de casi todos los años.
Pero cada vez más grave, pues del consumo en la terraza dependen ya muchos negocios y bastantes puestos de trabajo. Y puesto que los ciudadanos hemos decidido —¡buen remedio!— restringir nuestros gastos, cada consumición que se pierde es un pasito hacia la ruina del hostelero.
Uno, como ciudadano, puede entender, mal que bien, que cambien las normas; que suban las tasas por ocupación de la vía pública; que haya que dejar espacios libres para carritos, bicicletas, perros, etc; que la acera, en definitiva, no sea un espacio ácrata, sino un civilizado lugar donde convivan ciudadanos ociosos, sentados con su consumición, con aquellos que transitan. Puede asumirlo y, además, abonarlo, pues todo lo que conlleve aumento de gastos lo abonarán los clientes.
Vale. Pero ¿por qué precisamente ahora, cuando las terrazas comienzan a extenderse? ¿Es que en invierno no se pueden visar planos, firmar autorizaciones, revisar propuestas y autorizar terraza? Lo cierto es que el problema está aquí, en los despachos, en los medios y en las calles. Y quienes queremos disfrutar de un poco de paz, alparceando a nuestro alrededor, nos sentimos/sentamos coartados. ¿Tan difícil es reglamentar? 

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