sábado, 27 de septiembre de 2014

Vinogoza

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 26  de septiembre]
Al fin un festival para que todos disfruten del vino. Aburrido está uno de las ferias especializadas, donde gran parte de colegas compiten para ver quién es el más radical criticando los vinos, y las bodegas luchan por encontrar un comprador o logar un espacio en cualquier medio de comunicación.
Y las que se celebran esta ciudad, salvo la de Montañana, una feliz excepción, suelen ser sectoriales, por zonas o bodegas determinadas, e incluso foráneas, como la que organizó recientemente la DOP de Rioja. Pero resulta que no teníamos ninguna feria en una Zaragoza enclavada en el centro de ese inmenso territorio de viñedos que es Aragón.
Porque el sentimiento unitario no es precisamente una virtud de la cultura la mayoría de nuestras bodegas. Se puede entender que en tiempos de crisis y bajo consumo compitan entre sí para robarse los escasos clientes que todavía bebemos vino con cierta frecuencia. Pero parece más astuto dedicarse a buscar nuevos mercados: los jóvenes, las familias, las señoras mayores que ocupan las cafeterías por las tardes, etc.
Las cifras son espeluznantes. Siendo España uno de los mayores productores de vino del mundo, bebemos, según las cifras más optimistas, unos 22 litros por persona y año, con clara tendencia a la baja desde hace tres décadas. En Luxemburgo, siempre en 2012, beben 50, y en Dinamarca, 32.
El vino es asunto ‘viejuno’ en nuestro país. Utilizado en celebraciones, en las comidas más formales, va desapareciendo de nuestra vida cotidiana. En los bares de tapas o en los establecimientos más sofisticados apenas se ven copas de vino. Justo lo contrario de lo que sucede en Berlín, Londres o Milán. Eso sí, somos los que más ginebra, en forma de gin-tonic, bebemos en todo el mundo.
Y no es solamente cultura y tradiciones lo que estamos perdiendo. La viña, el vino, sostienen muchos campos que servirían para poco más, son economía sostenible y no deslocalizable. Y por mucho que Rajoy gritara aquello de «¡Viva el vino!» apenas les interesa a nuestros políticos.

Así nos va. ¡Viva el porrón!

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