sábado, 6 de septiembre de 2014

El retorno

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 5  de septiembre]

Parece que ya han vuelto casi todos. Se acabó el encontrar sitio para aparcar en los establecimientos que se han mantenido abiertos en agosto, no demasiados. A cambio, la inmensa mayoría de bares y restaurantes ya se están operativos. Algunos han cerrado, otros se remodelan y también los hay que abren, buscando nuevos mercados.
Suele ser septiembre un mes optimista en Zaragoza. A las pilas recién recargadas se suman las expectativas del Pilar, días de buen consumo para la hostelería. Y después vendrá, aunque bastante disminuido en su presupuesto, Aragón con gusto, que ya dará paso a las prenavidades y nuevos días de gasto y asueto. De ahí que el sector comience el curso con un tono moderadamente optimista, que esperemos no se tope con la cruda realidad.
Pues, a pesar de las cifras macroeconómicas, las que manejan los jefes, las cajas de los pequeños bares y restaurantes, siguen siendo un albur. Una mala semana, un par de mesas que se caigan, varios clientes que abandonen su cotidiano cafelito pueden convertirse en una tragedia económica, sí no preludio de despido, cierre o abandono.
La hostelería sigue inmersa en un cambio de modelo aunque, afortunadamente, no han decaído las ganas de disfrutar por parte de los consumidores. Nos sigue gustando salir de vinos, de cañas, de tapas o a cenar con la mínima excusa. Pero los presupuestos son los que son. De ahí que la ciudadanía espacie sus salidas, controle los presupuestos y sopese detenidamente los diferentes menús.
Pues, del mal el menos, el menú a precio cerrado –cada cual en su escala de gasto− se ha impuesto como norma y referencia. La carta, las alegrías de antaño, se han limitado a excepcionales circunstancias –y algunas, pocas, personas, que tratan de disimular su capacidad monetaria−, con lo que ya no cuentan en las expectativas de los restaurantes. Para sobrevivir hay que ceñirse a los precios definidos, claros y rotundos.

O sumergirse en esas lamentables guerras de precios que solamente traerán perdedores, por más que algunos clientes disfruten de escasos momentos felices.

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