sábado, 6 de junio de 2015

Niños

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 5 de junio]

Parece ser que últimamente son muchos los padres que salen a comer con sus hijos, pongamos de seis a diez años; y no hablamos de las comuniones, ni de esos lugares de comida rápida que tanto parecen gustar a los más pequeños. Encomiable tarea la de esos progenitores empeñados en educar palatalmente a sus vástagos, incitándoles a ingerir de todo, de forma variada y razonable, enriqueciendo su gusto con un mayor abanico de sabores.
Pero en ocasiones, demasiadas, no es así. Los padres acuden al buscado restaurante de moda, reservan su mesa, se acepta y es entonces cuando dicen, «por cierto, de los ocho, tres son niños. ¿Tendrá menú infantil o les hará cualquier cosa, verdad?». Pillado al otro lado del teléfono, el restaurador no puede menos que contener su indignación, tratar de salirse por la tangente y aguantar el marrón. Especialmente cuando se trata de uno de esos establecimientos que únicamente ofertan un menú degustación. Bajarán sus ingresos con la misma ocupación; trabajarán más aunque solo sea para cocer unos macarrones y… falta lo peor.
Los fieles clientes que hemos esperado semanas para disponer de esa ansiada mesa nos encontramos con tres o más enanitos gritones –no se sabe qué es peor, si que griten desde el carrito o que se dediquen a experimentar el bipedismo entre las mesas de los demás−, sus correspondientes complementos –el propio carro, los artilugios a pilas, la numerosa ropa− y la incomodidad propia de la desubicación.
Pues los infantes, aburridos ante una larga comida y carentes de política en sus reivindicaciones, molestan democráticamente, a todos. Obviamente no es culpa de ellos, sino de la desidia de sus tutores, pero la romántica comida o cena –sí, también salen a cenar, doy fe− se ha ido al carajo.

Si no vemos niños despendolados en los conciertos de ópera, ni tampoco frecuentan las salas de exposiciones o las sesudas conferencias ¿por qué hemos de verlos/sufrirlos en restaurantes gastronómicos? Llévenlos si quieren a sus hamburgueserías de referencia y, una vez educados en los asuntos del comer, ya creciditos, no tendremos problemas en compartir el espacio. Creo que antes, a esto, se le llamaban buenos modales.

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