sábado, 7 de marzo de 2015

Turismo y especialidades

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 6 de marzo]

Estos días de puente son muchos los que se desplazan a lo largo del territorio aragonés, para descansar, esquiar, hacer turismo, etc. Y la inmensa mayoría, o come fuera, o compra productos en su destino, especialmente si cuenta con residencia habitual. Es decir, estos días ejemplifican el poderoso escaparate, para propios y ajenos, que supone el turismo para nuestra agroalimentación.
No solo por la compra directa de los productos locales, lo que ya es importante –aunque en determinadas zonas se abuse de los precios−, si no también, y especialmente si se viene de lejos, por la compra de productos agroalimentarios como recuerdo de la experiencia del viaje, y prolongación del mismo, una vez ya en casa.
Sin embargo, parece que estas oportunidades apenas se vislumbran en el sector. Sí en la comida, pues cada día son más los restaurantes que apuestan por el producto local, que es lo que buscan muchos viajeros, que además no podrán comparar el consabido filete con patatas con el que consumen en su ciudad de origen. Pero los numerosos productores de pequeño tamaño que pueblan el campo aragonés se muestran incapaces de aprovechar el tirón de la nieve, de los eventos masivos o del propio fervor mariano, para convertirlos en escaparate de promoción y venta.
Es comprensible que, dado su tamaño, apenas dispongan de estrategias comerciales, pero menos lógico resulta que no se agrupen para comercializar conjuntamente, llegando a más lugares, o incluso creando marcas genéricas –sin atomizaciones estériles, por favor− susceptibles de ir más allá de nuestras fronteras.

Es sabido que somos buenos productores, de carácter artesano y con excelentes materias primas. Que disfrutamos de alimentos singulares, más allá de las denominaciones de origen, como puedan ser la longaniza, la borraja o la propia trufa. Pero seguimos siendo incapaces de venderlos. ¿Cuántos esquiadores foráneos –que suelen tener buena capacidad adquisitiva− se vuelven a casa con una trufa aragonesa? Pues eso. A vender, que la producción solamente se consolida cuando alcanza los mercados.

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