sábado, 4 de octubre de 2014

Pal Pilar…

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 26  de septiembre]
Sale lo mejor. Y parece que sí, al menos en lo que al sector agroalimentario y gastronómico se refiere. Bares y restaurantes se ponen sus mejores galas y ofrecen diferentes menús tanto para las fiestas como para el día grande, el domingo. Menús a precio cerrado, como reclama la clientela, diseñados para celebrar la fiesta, a lo grande. Y los hay de todos precios, desde los ajustados veinte euros, hasta los que sobrepasan los cincuenta, ya para gente con posibles y ganas.
Junto a esta oferta, no nos engañemos, también hay quienes aprovechan estos días para hacer caja y recuperar sus finanzas, aprovechando el aluvión de forasteros y las pocas ganas de discutir que suponen las fiestas. Discrimínelos, por favor, que flaco favor hacen a la ciudadanía en general y, en particular, a la imagen gastronómica de nuestra ciudad, ya por debajo de su lugar natural.
Pero donde mejor se aprecia este efecto difusor de nuestra oferta es el sector agroalimentario. La plaza de Los Sitios se convierte en el perfecto escaparate de la artesanía aragonesa, donde cada año se concitan decenas de productores, que a la vez que venden el fruto de su trabajo –aproveche y aprovisiónese para las navidades−, invierten todo el tiempo del mundo en explicarlo. Es uno de los ejes fundamentales, junto a la cercana Carpa del Ternasco que, además de música y espectáculos, promociona de muy diversas formas nuestro producto estrella.
Sabido es que el viajero prolonga siempre el viaje a través de las compras gastronómicas, a la par que la calidad de su recuerdo dependerá de cómo le hayan ido las comidas y cenas. Y hay en Zaragoza, en Aragón, fenómeno más masivo, ni con mayor capacidad de atraer visitantes que las fiestas del Pilar.

Y dado que nos promocionamos poco fuera, que somos incapaces de ganar otros mercados ‘in situ’, aprovechemos al menos esta oportunidad. Los unos vendiendo, los otros promocionando, y los ciudadanos presumiendo de nuestros productos y establecimientos. Queriéndonos en definitiva, aunque sin perder la mirada crítica, siempre necesaria.

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