sábado, 5 de octubre de 2013

Top Chef

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 4 de octubre]

Una vez más invadimos el espacio de Carbonell. Pues las cadenas han descubierto el tirón de los programas de ¿cocina?, ¿gastronomía?, ¿concursos?, ¿telerrealidad?, que concitan la suficiente audiencia como para ser rentables –todos comemos, o lo intentamos−, además de ofrecer un perfil magnífico para vender anuncios de alimentos. Y no deja de tener su coña que, mientras cierran y agonizan restaurantes, los cocineros accedan a la efímera gloria de McLuhan.
El miércoles se estrenó Top Chef, exitoso programa allende nuestra fronteras, que consiste, fundamentalmente, en un competición entre cocineros profesionales, alguno muy afamado, y aragonés otro. Y que fue más largo que la noche de los óscares, pues a las dos de la mañana seguía en emisión. Como para conciliar…
Quizá para diferenciarse de Master Chef, el que inició la moda, con el que tiene evidentes similitudes, por mucho que lo nieguen los responsables de la cadena: –retos parecidos, selección de concursantes, miedo escénico. Sin embargo, la tele, como la cocina, es ritmo y personalidad. Y nada tiene que ver el huracán Chicote con otros presentadores, pues enamora a la cámara, la entiende y la domina.
Cierto es que aquí se ve más cocina y que el programa apasionará a quienes disfruten de la gastronomía y desconozcan cómo es una cocina profesional, lo más alejado, créanme,  a la de su casa.
Y entre sus aciertos, esa coda final, el almacén, donde además de refocilare en las lágrimas de los concursantes, las emotivas llamadas de las madres, etc., se habla de cocina. De salubridad, de respetar el sabor de los alimentos, de atinar en la combinación de ingredientes, de respetar los puntos de cocción… Y al parecer, pues hasta allí no llega el firmante, de interaccionar, conseguir recetas en la red, etc.
Así que, de no cambiar, nos esperan noches de vigilia los miércoles.

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