[Artículo publicado por
el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del sábado, 2 de enero]
Caras de circunstancias ante el claro posicionamiento del Gobierno de Aragón
a favor de los transgénicos, el mismo día
que se presenta el nuevo comité de los ecológicos. FOTO: DGA
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Mientras los productos
ecológicos parecen recuperarse, se mantiene la crisis en el Jamón de Teruel
Toca repetirse, qué le vamos a hacer. El titular de esta
misma página hace justo un año, era el mismo que hoy: «¿Existe la
agroalimentación?». Aunque podría ser peor, si tiramos del pesimismo, o del
optimismo bien informado, suprimiendo la interrogación y añadiendo un ‘no’ al principio de la frase.
Casi lo único satisfactorio, y fue hace unos meses, resultó
la presentación ante los medios de la nueva Junta rectora del Comité aragonés
de Agricultura ecológica, que mantenía un perfil muy bajo a raíz de sus fuertes
desencuentros con la consejería de la anterior legislatura.
Justo antes de la campana, Lobón consigue esa ansiada foto
positiva –la PAC en Teruel, el lindano− con los agricultores ecológicos, que
tratan de recobrar su impulso y presencia en nuestra comunidad. Pues crece
bastante la oferta en tiendas y restaurantes, pero nos siguen faltando muchas
hortalizas, carne ecológica y productos elaborados.
Sin embargo, como si fuera el escorpión de la fábula, el
consejero no pudo contenerse y manifestó, ante la estupefacción de la
concurrencia, la decida opción del gobierno, actual, de los aragoneses por los
transgénicos, a los que, obviamente, se oponen los ecológicos.
Entre los tribunales
y la extinción
Tampoco resultó muy ágil la gestión del conflicto en el
consejo regulador del jamón de Teruel, que sigue acaparando titulares, aunque
no precisamente por su calidad o los premios de sus perniles. Mientras se
dirime si son simples desmadres contables, o existe algo más, la personalidad
del jamón turolense se va diluyendo, y apenas algunas empresas luchan por
mantenerse en un mercado complicado, que ha sufrido la ruptura de la burbuja
del ibérico. El jamón de Teruel tiene hueco en el mercado, por debajo de los
ibéricos de verdad, cierto, pero muy por encima de tanto pernil semicrudo que
se vende a precio de orillo. Eso sí, hay que optar por una línea de trabajo y
mantenerla hasta que lleguen los resultados.
Si han encontrado su hueco los productores del Ternasco de
Aragón –los que están en peligro de extinción, ellos; no los corderos−, aunque
deberían salir más fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, la producción de
nuestro emblemático ternasco es costosa y no puede competir con carnes
industrializadas y banales, que siempre salen ganando en tiempos de crisis.
Si la administración contemplara los aspectos que suele
olvidar, desde los agroambientales −¿quién cuida el monte mejor que los
rebaños?− a la contaminación de los purines, que acabamos pagando todos,
incluso los que no comen cerdo, probablemente habría futuro para nuestros
seleccionados corderos.
El resto de indicaciones de calidad, los aceites, la cebolla
Fuentes de Ebro el melocotón de Calanda, van subsistiendo como pueden, pero sin
generar ilusión entre los propios consumidores aragoneses; que, por ejemplo,
ignorar que el espárrago de Navarra es también aragonés.
Y el vino, cuyo consumo sigue sin despuntar, se mantiene
escondido en la exportación. Lo que, si en general no supone vender a precios
elevados, al menos posibilita la viabilidad de las bodegas aragonesas,
especialmente las que han apostado por las variedades autóctonas. Mejor parece
irles a los del cava, que siguen explotando la cuestión catalana para abrir
nuevos mercados.
Interesantes
iniciativas
Afortunadamente, en la agroindustria aragonesa coexisten
pequeñas y dinámicas empresas que van encontrando su cado de mercado. Como
Elasun, las dos emprendedoras barbastrenses que han colocado dos de sus
especiales mermeladas entre los quince primeros productos gastronómicos con
marca Saborea España, la apuesta de Brazal por el arroz con variedades o el
éxito de la sangría Lolea por todo el mundo.
Tres ejemplo, hay muchos más, pero poco espacio, que
explicitan como el tamaño no está reñido con la calidad o la innovación. Que
es, junto con el buenhacer de nuestros agricultores y ganaderos, la esperanza
de futuro para el sector. Que los consumidores lo entiendan.
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