sábado, 6 de agosto de 2016

Huesca

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 5 de agosto]

El pasado fin de semana la Fiesta de la Longaniza de Graus; éste, el festival Vino Somontano, en Barbastro, y el concurso de pollo al chilindrón, en Huesca; en breve la Festa de la coqueta en Benabarre o las ferias de Aínsa –con su divertida subasta de platos− y Barbastro, Ferma, cada vez más centrada en la agroalimentación.

Ejemplos cercanos en el tiempo de la pasión con que la provincia de Huesca trata sus alimentos, cuyas provincias hermanas deberían remedar. Más allá de las interesantes jornadas gastronómicas, concurso de tapas, degustaciones guiadas, este tipo de ferias y celebraciones ponen en valor los productos agroalimentarios propios, a la par que los convierten en poderosos atractivos turísticos. Basta mirar a Galicia, donde todas las semanas se celebran eventos en torno a sus tesoros marinos.

El desarrollo de una agroindustria cercana al territorio, autóctona y sostenible, sigue siendo una de las más interesantes bazas para un desarrollo inteligente de nuestro territorio. Granjas de tocinos puede haber en cualquier sitio donde lo permitan sus normas, pero cerdos en libertad, aquí en La Fueva, y en España, en el suroeste. El rápido auge –con algunos mínimos peros− del tomate rosa de Barbastro es un excelente ejemplo de cómo un producto local puede conquistar, con astucia y planificación, mercados lejanos.

En Aragón tenemos propuestas más que suficientes. El melocotón de Calanda, ansiado en toda Europa; el azafrán del Jiloca, que sigue logrando importantes premios; la cebolla de Fuentes, única en su sabor; la borraja, de la que somos los mayores productores mundiales; la generalidad de nuestros vinos; etc. Y ciertamente van consolidando esa agroindustria cercana.

Hay mimbres, pues, pero quizá seamos los propios aragoneses quienes no nos creamos nuestras potencialidades, convencidos de que somos una potencia industrial automovilística. De ahí que estas fiestas no dejan de ser, también, una lúdica reivindicación de otro futuro posible. Compruébelo a la vez que se divierte.

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