sábado, 15 de febrero de 2014

¿Brotes?

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 714  de febrero]

Cada cual ve la realidad desde su particular óptica. Que puede estar –está− distorsionada debido a diferentes circunstancias, desde las meramente ideológicas o las derivadas de la ubicación personal −¿o es que Botín ha restringido sus gastos personales?−, sea la de un parado crónico o la del que acaba de encontrar su primer trabajo y se lanza a celebrarlo cenando con su pareja.
Viene lo anterior porque parece que la hostelería se ha convertido en un termómetro de la situación actual. Muchos comentan a este columnista –a veces en forma de pregunta, para ratificar sus propias opiniones− que los restaurantes vuelven a estar llenos, que la dichosa crisis –llámele cambio de modelo, por favor− se acaba. «No encontré mesa para san Valero», «a ver dónde ceno esta noche, que está todo lleno», cuentan.
Pues no. Es cierto que ocasionalmente los bares y restaurantes se llenan –afortunadamente, y faltaría más−, pero no lo es menos que su facturación, por ejemplo en la segunda quincena de enero, ha estado bajo mínimos. Lo que no implica, pues, que hayan vuelto los viejos y agotados tiempos.
Afortunadamente, los españoles quieren seguir saliendo y disfrutando de la gastronomía, y la compañía, en bares y restaurantes. Pero sus exiguas economías se lo impiden de forma habitual, como sucediera antaño. De forma que nos acercamos al modelo anglosajón, donde salir es más excepción que costumbre, con lo que ello conlleva a la hora de conformar la oferta hostelera.
Así, todos lo haremos en fechas señaladas –y no habrá mesa donde queramos−, mientras que las cocinas languidecen entre semana, salvo que haya Fima, obviamente. Desaparecidas para siempre las alegres comidas de empresa, a cargo de tarjetas y cuentas del Gran Capitán, la mayoría de la restauración ha de reconvertirse en lugares de servicio, de menús rápidos y apañados, no de placer.

Es lo que hay, y no puede medirse la actual situación de la gastronomía con las gafas de obsoletos paradigmas. Qué le vamos a hacer.

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