sábado, 25 de abril de 2015

Identidad

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 24 de abril]

Ayer se celebraba el día de Aragón en el que, por diversas razones, parece haberse perdido un tanto el sentido reivindicativo y aragonesista del mismo. Con lo que viene a cuento preguntarse de nuevo si existe una gastronomía aragonesa. O, mejor escrito, si cabe definir las características de dicha coquinaria.
Si acudimos a la Wikipedia, como es común en estos tiempos, no salimos de las obviedades: «La gastronomía de Aragón corresponde a las costumbres culinarias existentes en Aragón»; las inexactitudes: «Se trata de una cocina influenciada por sus vecinos del norte y del este mediterráneo», ¿Qué norte? ¿Francia?; los reduccionismos,: «La gastronomía aragonesa cuenta además con las abundantes huertas de la cuenca del Ebro, por lo que sus excelentes frutas y verduras están presentes en muchos de sus platos». Y los tópicos: «Teodoro Bardají ha sido considerado como el principal teórico e investigador de la gastronomía aragonesa durante buena parte del siglo XX».
No es que el asunto sea especialmente importante desde el punto de vista teórico, pero sí decisivo para la promoción turística, cuantimás en tiempos de 140 caracteres. Si Galicia es marisco, Andalucía frituras, Asturias fabada, Aragón no ha conseguido imponer una visión de su cocina.
Probablemente porque no exista esa tipicidad. ¿Qué tienen que ver los guisos del Matarraña con los que se practican en Ansó? Apenas nada. ¿O la inexistente cocina burguesa zaragozana con el refinamiento oscense?
Con lo que habrá que reinventarse, más allá del tópico de cocina sencilla, pegada al territorio y sus productos singulares; o las grandes lifaras campestres. Lo mejor de ello es que se puede partir casi de cero, pues apenas nada conocen de nosotros. En una encuesta, hace años, nuestro producto más conocido eran las frutas de Aragón, por ejemplo.

Así que aunque apenas puedan ocupar unas líneas en las campañas de los ¿próximos? programas electorales esperamos con avidez las propuestas de quienes aspiran a gobernarnos. Y, ya puestos, que definan con mayor precisión sus apuestas –unánimes, eso sí− por la agroalimentación aragonesa, que también aquí hay modelos contrapuestos.

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