sábado, 13 de octubre de 2012

En días como éste


[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 12 de octubre]

Podríase opinar en esta columna de muchos asuntos, como la alegría por el galardón recibido por el sumiller turolense, propietario del restaurante Yaín —que hay que conocer, así como su bodega—, que representará a España, como mejor profesional, compitiendo en Mónaco por el título al mejor sumiller europeo, o en Tokio, en mayo de 2013, por ser reconocido como el mejor del mundo.
También cabría escribir sobre los 870 millones de personas, famélicas, con las que compartimos planeta. Hambrunas que, lamentablemente, no proceden de la escasez de alimentos, sino de unos altos precios provocados por la especulación y los mercados, sí, los mercados de siempre.
Pero en días como éste hay que hablar de lo de casa. Ningún otro evento, como el puente del Pilar concentra tanta gente en un lugar de Aragón, un personal, además, dado a la fiesta, al placer. Es decir, un público susceptible de acoger los mensajes acerca de nuestra agroalimentación.
Es cierto que otrora, cuando las vacas gordas, que no locas, se veían campañas de promoción de los alimentos aragoneses. ¿Y ahora? ¿Cuándo más falta hacer? Son loables los encomios de la Carpa del Ternasco, las propuestas de algunos restaurantes —otros se limitan a tratar de engrosar las menguadas cajas—, pero por sí solos no bastan para que las fiestas del Pilar se asocien a nuestra gastronomía, a los productos del territorio. Si hasta la ofrenda de frutos es casi clandestina.
Si no hay recursos, dicen, para la promoción de nuestros alimentos, aun reconociendo que es un sector estratégico, aprovéchense al menos estas oportunidades, que no son tan habituales. Pues ni la nieve, ni Motorland, ni otros actos deportivos tienen la capacidad de asociarse de forma tan íntima con la gastronomía. Habrá que sacar partido de estas concentraciones —pensando en vender después, obviamente—, sin despreciar otras, pero, una vez más, se nos está pasando el cocido. Y las borrajas pasadas, francamente, no son lo mismo.

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