sábado, 29 de marzo de 2014

Guerrillas

[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 28  de marzo]

Puede que haya brotes verdes, pero el sector apenas los detecta. Y es posiblemente el más sensible al circulante en manos de los consumidores. Si uno tiene, sale de tapas, visita restaurantes, compra vino, disfruta de la gastronomía, en definitiva. De lo contrario, y como pueda, se alimenta.
No obstante, el sector trata de sobrevivir. Los productores, bodegas incluidas, tratando de exportar, aunque sea a precios ridículos, y compitiendo por un exiguo mercado interior. Recuerden y asúmanlo, por más que les pueda la vergüenza, de la Unión Europea, tan sólo Noruega bebe menos vino per capita que nosotros. Por su parte, bares y restaurantes, lanzando campañas promocionales, jornadas, actividades diversas, etc.
Con lo que el consumidor pudiente, aunque sea a ratos, sale beneficiado, al encontrarse, sin merma de la calidad en muchas ocasiones, con una sobreoferta competitiva, precios más ajustados con diferentes excusas y muchas, muchísimas razones y oportunidades para salir de casa.
Pues los productores, especialmente las bodegas, han optado por una economía de guerra. Se acabaron los altos precios, los lujosos eventos, las atenciones a los compradores –la hostelería−; hoy se impone la guerrilla, la acción directa sobre el consumidor.
De ahí las numerosas actividades que pueblan nuestros locales. Cenas maridadas a precios casi de risa; catas y degustaciones por apenas lo servido; promociones en las tiendas, siempre que el cliente invierta lo mínimo. Y con lo mejor de cada ejército. Enólogos, gerentes, directores comerciales, los mejores vendedores, se han lanzado a las calles, a las barras y a las mesas en busca de ese cliente, no perdido, sino reticente al gasto debido a sus condiciones, actuales o futuras.

Ya no solamente nos quieren a los profesionales. Las bodegas se aprestan a recuperar a un público atemorizado por la crisis. Y este, si puede, debe aprovechar la situación –que quizá sea permanente por otra parte−, nunca ha sido tratado como se merece, como el rey de la casa. Algo bueno debía tener este cambio de paradigma.

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