[Artículo publicado por el director de
GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 19 de diciembre]
Gabi Orte / chilindron.es
Responsables de la bodega posan con los tres nuevos vinos. Desde la izquierda, el enólogo Jesús Astraín, Javier Colas, delegado comercial de Aragón, Silvia Arruego, gerente, y Manuel Zorita, jefe regional de Aragón y Levante.
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Blanco, rosado y tinto, reconocibles, pero
radicalmente diferentes, que sustituyen a la gama Mesache
Bodega Pirineos culmina este
intenso 2014 de transformaciones con la presentación de tres nuevos vinos, que
ostentan además el nombre de la bodega en la etiqueta. A lo largo de año ha
creado el nuevo Señorío de Lazán crianza, que ya ha obtenido importantes
premios, como la medalla gran Mezquita de oro, en Córdoba. Y también han
consolidado la imagen de su magnífico rosado, Alquézar, que viene con tapón de
corcho para facilitar su consumo en sectores no muy vinculados al vino. Y la
cooperativa comarcal del Somontano de Sobrarbe, germen de la bodega y la
denominación DOP Somontano, acaba de celebrar sus primeros cincuenta años de
vida.
Como principal novedad, la
imagen de los tres vinos, donde se mantiene el caballo emblema de la bodega más
antigua de la DOP Somontano y cuya presencia en la zona se remonta al arte
rupestre del paleolítico en la Cueva de la Fuente del Trucho (Colungo). La
relación entre el animal y el hombre simboliza la naturaleza, el paisaje del
Pirineo, los viñedos, pero también el trabajo del hombre para controlarla.
Así la sutil etiqueta, que varía
en los tres vinos, destaca la palabra «pirineos», hasta ahora poco presente en
sus vinos, ejemplificando la apuesta por esta gama. Y huyen en la
contraetiqueta de las prolijas descripciones del vino, aportando para ello un
código qr; pues se trata de crear emociones con el vino.
Emociones
Efectivamente, los tres vinos
con capaces de emocionar. Se reconocen todos como somontanos, logrando a la vez
que se alejan de lo convencional, expresar la esencia de la zona, las
potencialidades de su terreno, clima y variedades.
Quizá sea el blanco el más ‘convencional’ pues reproduce el esquema
del Mesache blanco, al que sustituye. Con la mezcla poco habitual de chardonnay,
gewürztraminer y sauvignon blanc, se ha trabajado como un perfume. Mucha fruta
y aromas conseguidos gracias a las variedades, como su fuera un ramo de flores
y frutas. Sabor y equilibrio en boca, con peso, volumen, dulzor, equilibrada
acidez muy equilibrada y una gran persistencia aromática en boca en la que se
aprecian toda la fruta y el frescor. Un vino para comer una amplia gama de
platos, muchos más de los aparentemente ideales.
Ya en la botella sorprende el
rosado, que ofrece un pálido color, habitual en el resto de Europa, pero poco
visto por estos lares, por lo que habrá que explicar al bebedor qué es lo que
le espera. Una mezcla de tempranillo y cabernet procedentes de este año, más sutil
y elegante. «Rosados con alma de blanco», como lo define la bodega, se escapa
de las gominolas, pero sigue siendo muy goloso. Fresco con una nariz llena de
matices −cítricos, violetas, cerezas, rosas−, otro perfume. Volumen en boca,
muy equilibrado y fluido. Llega a impactar.
Pero la gran sorpresa reside en
el tinto. Un merlot completado con un pequeño aporte de syrah, donde Bodega
Pirineos ha identificado un nuevo perfil de esta variedad, originalidad, que
abre nuevas expectativas desde la calidad, la tipicidad y la diferenciación. El
merlot de Pirineos se distingue por «una buena concentración, mucho color,
suavidad en boca y, sobre todo, por una expresión aromática intensa,
caracterizada por aromas a boj, frutas tropicales, cítricos y en general a
fruta fresca. Intensos aromas procedentes de unos compuestos denominados
tiólicos, muy apreciados actualmente en los vinos, que proceden de precursores
aromáticos que se producen en la uva durante su maduración, en función de las
condiciones ambientales y de cultivo, y que luego se revelan durante la
fermentación». Y que, se según su creador, el enólogo Jesús Astraín «se trata
de un descubrimiento muy importante por su originalidad ya que este
perfil específico no se ha documentado en ninguna otra zona vinícola del mundo
para esta variedad».
Así el Pirineos 2013 ofrece una
intensa nariz, que captará cualquier no iniciado, con aromas muy frescos y
afrutados, tiólicos −hoja de tomate, casis, maracuyá, lima−. Mucha fruta, donde
los cuatro meses de madera se han invertido en potenciarla, logrando un
delicado dulzor, suavidad y enorme persistencia. Toda una delicia.
Y lo mejor de todo, el precio,
pues los tres vinos andan por los seis euros en tienda. Una auténtica
oportunidad para disfrutar en estas fechas.
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