[Artículo publicado por el director de
GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del sábado, 27 de diciembre]
Tengo para mí
que este nuestro gobierno sigue sin entender la importancia que mantiene la
agroalimentación en el futuro de nuestra comunidad. No se trata tanto de las
cifras económicas, que también; o de mantener una actividad que permite
sostener la vida en nuestro amplio y despoblado medio rural. Probablemente,
desde su ¿ideología? liberal apuestan por las grandes empresas, también en la
agricultura, ganadería y transformadoras.
Pero la
realidad, también aquí, es tozuda. Y muestra que la mayoría de nuestras
entidades agroalimentarias, sean empresas privadas, sean cooperativas, son de
tamaño mediano tendiendo hacia lo ínfimo. Lo que resulta ser ni bueno, ni malo,
depende de cómo se enfoque.
Quienes crean
en grandes corporaciones, como sucede a nivel mundial en este campo, dominado
por apenas diez entidades que controlan el 70 % de lo que llega a nuestra mesa,
no verán apenas interés en nuestro agro, salvo por su enorme superficie. Pero
aquellos que apuestan por la biodiversidad, por productores asociados para
vender mejor el fruto de su esfuerzo, por una agricultura biológica y
sostenible, por mantener el medio ambiente, por la transformación en cercanía,
etc. tienen en Aragón un auténtico paraíso.
La escasa
industrialización, el enorme y diverso territorio con que contamos, la propia
distribución poblacional de Aragón, hacen posible, si se apuesta por ello, en
convertir este «y donde hay agua una huerta» en la nueva Toscana española. Un
lugar donde se genere valor añadido gracias a agroindustrias artesanas, bien
dimensionadas, que apuesten por la calidad y la sostenibilidad. Se sabe hacer
y, más o menos, se está haciendo.
Otro asunto,
más delicado, será vender la producción, sensibilizar a los propios –Zaragoza
debería ser el gran mercado aragonés− y no tener miedo a salir al exterior.
Alemanes, daneses, nórdicos en general, consumen con alegría, y los bolsillos
dispuestos, nuestros alimentos ecológicos, y la tendencia sigue al alza.
Solamente falta, pues, transformárselos con mimo y calidad y ponérselos en
casa. No es tan complicado, de verdad, y este es nuestro deseo para el año
entrante. ¡Viva el optimismo!
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