El Trasgo, uno de los restaurantes que abrió en 2012. |
[Artículo publicado en
EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 21 de diciembre]
Concluye un año más que convulso
para la hostelería aragonesa. En el que hemos visto cierres, bastantes, pero
también aperturas de bares y restaurantes. Doce meses en que la afluencia de
clientela ha descendido de forma notable, sin que las escasas celebraciones
navideñas permitan salvar el año.
Quizá por ello crecen las
jornadas gastronómicas, las catas, las promociones —a la callada— a través de
cupones de descuento en internet, los menús de bajo coste, etc. Todo parece
servir a la hora de “cazar” clientela. Sin embargo, muchos no han entendido que
hemos enterrado ¿definitivamente? un modelo de entender la hostelería.
Sin pecar de pesimista, no
volverán a llenarse las noches de domingo a jueves; las cenas de empresa y
empresarios seguirán a la baja, o con precios muy limitados; bastantes
celebraciones se desplazarán a los propios domicilios —y eso que no están
preparados— o simplemente desaparecerán; y los restaurantes concentrarán su
actividad en días de fiesta y fines de semana. Por otra parte, vuelve la cocina
de cuchara, se estanca la innovación y las sorpresas, y las sobremesas serán la
excepción. Tal es el panorama, lo que ha dado 2012 y lo que deparará el próximo
año. Y es menester asumirlo, si se quiere sobrevivir.
Constantes aperturas
Lo que no implica que no se abran
restaurantes. En Zaragoza, el año que termina ha sido especialmente pródigo en
aperturas, de todo tipo. Singular relevancia es el descubrimiento de nuevos
espacios, como el restaurante que abrió El Cachirulo en el Teatro Principal —Coso, 57. Zaragoza. 976 207 661— en la antigua
cafetería; una cocina informal, con un menú por 18 euros al mediodía y más
libertad por la noche. También en un teatro, el de las esquinas del
psiquiátrico, ha abierto La Farándula
—Vía Univérsitas, 30-32. Zaragoza. 9786 489 234—, a cargo del televisivo
cocinero Daniel Yranzo, que también apuesta por una cocina y servicio
desenfadados y modernos, con referencias a las cocinas del mundo.
En otra línea se sitúa El Trasgo —Josefa Amar y Borbón, 8. Zaragoza 722 210 102—,
hermano mayor del originario de Pamplona Escudero, que se mantiene como
sidrería, que apuesta por una cocina de vanguardia, espectacular en sus menús
degustación, sin descuidar ni la cocina más tradicional, en sus dos comedores,
o las tapas de diseño en la barra.
También en el centro, Siendra
—Pl. España, 6. 976 093 789—, bajo la misma dirección
que El Molino de san Lázaro, actualiza el concepto de casa de comidas, con
raciones y menús asequibles en precio, sabores y propuestas reconocibles, con
un toque de modernidad.
Línea a la que se suma el
renovado Umai —Coso 11.
Zaragoza. 876 707 274—, el comedor del histórico Hotel Oriente, que actualiza
sus propuestas tras 105 años de historia. La tradición zaragozana y la cocina
de viajes son su fuente de inspiración. En esta línea de
renovación, El Cachirulo estrenó oficialmente su comedor de verano, conocido
como la Casa de las Hiedras —Ctra de
Logroño, km. 1,5. Zaragoza. 976 460 146—, que permite comer al aire libre en un
entorno diferente, plagado de vegetación y curiosos elementos ornamentales; con
la renovada cocina de la casa.
Cierra el capítulo de estrenos,
el complejo Aura — Avda. Ranillas,
7. Zaragoza. 976 525 480— con su comedor de carta, que puede presumir de las
mejores vistas, nocturnas y diurnas, sobre la ciudad de Zaragoza. Cocina
evolucionada a orillas del Ebro.
Finalmente, hay que recordar la
incorporación de una nueva estrella a la que ya ostentaba La Bal d’Onsera –Blasón Aragonés, 6. 976 203 936—. Merecido
reconocimiento para La Prensa —José
Nebra, 3, Zaragoza. 976 381 637— que, silenciosamente y desde el barrio de San
José, ha ido pergeñando una cocina propia y personal, moderna, acompañada de un
excelente servicio de sala, con una impresionante bodega.
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