[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 4 de julio]
El Sotón y La Olivada, absolutamente
diferentes, pero tan satisfactorio uno como otro
Las
opciones para el aficionado a la gastronomía son cada día mayores, pues crecen
las fórmulas para satisfacerlo. Traemos hoy a colación dos, absolutamente
diferentes, pero igualmente satisfactorias para gourmets, y no tanto, sin prejuicios.
Si el
primero es clásico y amplio, dotado de larga historia y mucho personal, con
diferentes menús y posibilidad de carta, el segundo apenas cuenta con poco más
de un año de vida, lo regenta una pareja, es diminuto y solo se accede con
reserva previa para degustar un único menú.
La
fotografía no engaña, Rodaballo a la brasa en el Sotón.
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La Venta del Sotón
De
entrada, un clásico, La Venta del Sotón, en Esquedas, a las afueras de Huesca,
que quizá haya perdido influencia mediática en los últimos tiempos, pero que
sigue siendo, sin duda, uno de los restaurantes de referencia de la comunidad.
Con su propietaria, Ana Acín, oficiando en la cocina, aunque sin desatender el
funcionamiento de la sala, El Sotón ha encontrado un óptimo punto de equilibrio
entre un sofisticado y atento servicio, que se ocupa de una cocina capaz de
simultanear la tradición con diferentes innovaciones.
De
entrada, se sorprende al comensal con una cata de diferentes aceites autóctonos
de la provincia, nada menos que cinco, que se sirven a modo de aperitivo con
pan de horno de leña de la cercana localidad de Bolea. Una apuesta por la
cercanía que se mantiene a lo largo de toda la degustación, incluidas las
propuestas de vino, de la cercana VT Ribera del Gállego – Cinco Villas o la más
conocida DOP Somontano.
Algunos
de los platos de los que se pueden disfrutar en la nueva carta de verano, así
lo explicitan: Gazpacho de cereza de Bolea y Trucha imperial de El Grado
con borraja; Pan de oliva, tomate rosa confitado, sardina ahumada y escarola; Pasta cocida al vino
rellena de boletus y perdiz escabechada, una divertida novedad; Rodaballo a la brasa, con verduritas
y Orio; Solomillos
de cordero con rebozuelos;
o Tarta con cereza de Bolea y sopa de chocolate blanco, yogur y cerezas
de Bolea.
Todo ello aliñado con un espectacular menaje, un servicio a
la altura y precios más que razonables para lo que se ofrece al cliente,
también con menús a precio cerrado: aragonés, por 21 euros, o el degustación,
por 45, vino incluido.
La Venta del Sotón. Ctra. Tarragona-San Sebastián, km. 227. Esquedas. 974 270 241.
Una
inusual ensalada de tomate, aliñada con trufa de verano.
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La olivada
De otra forma, también sorprenden al aficionado en La
Olivada, un céntrico y diminuto restaurante zaragozano, donde solamente se
accede bajo reserva previa y se disfruta de un menú degustación cerrado, por 20
euros, que no incluyen el vino, lo único que se puede elegir, además de los
cafés o las posibles copas posteriores.
Se comienza siempre con una degustación, también a modo de
aperitivo, de tres diferentes olivadas, haciendo honor al nombre. Y después… lo
que toque, pues el cliente solamente lo irá sabiendo según progrese el menú.
Son siempre, eso sí, cuatro entrantes, una carne, un pescado y dos postres,
entrelazados siempre por un hilo conductor, que cambia cada mes.
Si en junio fue la trufa de verano –tuber aestivium−,
denostada, pero muy refrescante, este mes de julio será el arroz… y poco más
nos dejan escribir. Está presente a lo largo de toda la degustación, pero jamás
se impone, ni llega a aburrir. Lo que resulta posible gracias al derroche de
imaginación previo a la creación del mismo. Una cocina sencilla en las
técnicas, hábil en el uso de los condimentos y especias, capaz de sorprender
mes a mes.
La Olivada. Royo,
14. Zaragoza. 976 071 660.
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