[Artículo publicado por el director de
GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 10 de julio]
Que haya
inspecciones de trabajo es justo y necesario. Y más en un sector como la
hostelería que, en demasiadas ocasiones, no ha destacado precisamente por respetar
las normas tributarias. Sentado lo anterior, resulta cuando menos
sospechosamente casual que la mañana del mismo día en que un cáterin del
Pirineo organiza una cena benéfica aparezca una inspección de trabajo para
comprobar que todo está en orden. ¿Buscaban algo más?
En la Era de
los nogales, en Sardas, la noche del pasado día de san Fermín, Toño, Armando y
Alfredo se las ingeniaron −no fue difícil− para conseguir la colaboración de
casi una veintena de cocineros y profesionales del sala que oficiaron una
inolvidable cena a favor de la asociación contra el cáncer de Sabiñánigo. Y con
ser importantes los 2300 euros obtenidos –pagamos los cien asistentes,
incluidos los profesionales y muchos de los cocineros también aportaron el
producto, además de diferentes empresas− la trascendencia del evento debe ir
mucho más allá.
No es fácil
que, sin un estímulo externo –contratación por parte de una empresa, evento
institucional− se reúnan tantos cocineros para trabajar sin protagonismos, ni
emolumentos, simplemente al servicio de la gastronomía. Algunos protagonizando
sus platos, otros, por supuesto del mismo nivel profesional, echando una mano a
sus compañeros.
Eventos así,
además de resultar un placer para los sentidos, explicitan las posibilidades de
nuestra gastronomía, cuando los cocineros y profesionales, motu proprio, se ponen las pilas. Por ello esta cena, créanlo, hará
historia, aunque no sea la oficial, la de la agenda de los políticos –que
también hubo alguno, pero al modo civil, como
un ciudadano más y sin escoltas ni puñetas, a pesar del rango−. Si es cierto
que hemos cambiado los usos en la política, hagámoslo también en la vida
cotidiana. Por ejemplo, cenando así.
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