[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 23 de mayo]
Se quejaba el pasado martes el profesor José María Ordovás,
ese eminente científico zaragozano, radicado como catedrático en Boston, y
siempre dispuesto a colaborar con su tierra, de cómo llegan las noticias
relacionadas con la salud al público en general. Y, dado que es sabio, no
achacaba la culpa únicamente al mensajero –que parte tiene−, sino a los propios
científicos, incapaces de divulgar en demasiadas ocasiones; a los poderosos
intereses de la industria, con mecanismos de difusión muy bien consolidados; y
al propio público consumidor, ávido de creer en dietas milagro, pastillas
mágicas o cualquier mecanismo que solucione de un plumazo sus problemas de
obesidad o salud.
Pero las cosas no son tan sencillas. Recientemente ha
saltado a los medios una noticia por la que la Organización Mundial de la Salud
consideraba más peligrosas las dietas basuras que el propio tabaquismo. Leyendo
en diagonal: aunque fumo, dado que como muy bien, voy salvando mi salud. Por
más que la noticia en realidad afirmaba que, desde el punto de vista de la
salud pública –gasto en hospitales, farmacia, personal, etc.− el problema del
tabaquismo resulta menor frente a la oleada de sobrepeso que nos invade,
especialmente en el mundo desarrollado, aunque no solamente allí.
Así que, se siente, fumar sigue siendo malo para la salud.
Igual que una mala alimentación. Y lo peor es que no hay, a corto plazo,
soluciones radicales; ni las habrá. Nuestro cuerpo está diseñado, a través de
miles de años de evolución, para superar la habitual falta de alimentos, además
de practicar mucho ejercicio para conseguirlo. Lo que ha cambiado radicalmente
en las últimas centurias, sin que nuestros genes lo hayan hecho a la misma
velocidad.
Es decir, simplemente nuestro modo de vida, por propio
diseño, ya nos empuja a la obesidad –sin contar la publicidad, por supuesto−,
por lo que o lo cambiamos o seguiremos engordando, tanto en la cintura, como en
las cuentas de la salud pública, que es de lo que se ocupaba la OMS.
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