[Artículo publicado
por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 5 de junio]
Parece ser que últimamente son muchos los padres que salen a
comer con sus hijos, pongamos de seis a diez años; y no hablamos de las
comuniones, ni de esos lugares de comida rápida que tanto parecen gustar a los
más pequeños. Encomiable tarea la de esos progenitores empeñados en educar
palatalmente a sus vástagos, incitándoles a ingerir de todo, de forma variada y
razonable, enriqueciendo su gusto con un mayor abanico de sabores.
Pero en ocasiones, demasiadas, no es así. Los padres acuden
al buscado restaurante de moda, reservan su mesa, se acepta y es entonces
cuando dicen, «por cierto, de los ocho, tres son niños. ¿Tendrá menú infantil o
les hará cualquier cosa, verdad?». Pillado al otro lado del teléfono, el
restaurador no puede menos que contener su indignación, tratar de salirse por
la tangente y aguantar el marrón. Especialmente cuando se trata de uno de esos
establecimientos que únicamente ofertan un menú degustación. Bajarán sus ingresos
con la misma ocupación; trabajarán más aunque solo sea para cocer unos
macarrones y… falta lo peor.
Los fieles clientes que hemos esperado semanas para disponer
de esa ansiada mesa nos encontramos con tres o más enanitos gritones –no se
sabe qué es peor, si que griten desde el carrito o que se dediquen a
experimentar el bipedismo entre las mesas de los demás−, sus correspondientes
complementos –el propio carro, los artilugios a pilas, la numerosa ropa− y la
incomodidad propia de la desubicación.
Pues los infantes, aburridos ante una larga comida y
carentes de política en sus reivindicaciones, molestan democráticamente, a
todos. Obviamente no es culpa de ellos, sino de la desidia de sus tutores, pero
la romántica comida o cena –sí, también salen a cenar, doy fe− se ha ido al
carajo.
Si no vemos niños despendolados en los conciertos de ópera,
ni tampoco frecuentan las salas de exposiciones o las sesudas conferencias ¿por
qué hemos de verlos/sufrirlos en restaurantes gastronómicos? Llévenlos si
quieren a sus hamburgueserías de referencia y, una vez educados en los asuntos
del comer, ya creciditos, no tendremos problemas en compartir el espacio. Creo
que antes, a esto, se le llamaban buenos modales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario