[Artículo publicado
por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 27 de
marzo]
Si por algo se caracterizan las vacaciones de Semana Santa
es por su profunda vinculación, ahora y siempre, con la gastronomía. Su
dependencia de las fases de la luna –sí, son fechas lunáticas en esta pretendida sociedad racional europea− provoca una
incertidumbre a la hora de programar los viajes: ¿hará calor de playa este año?
¿esquiaremos? Lo que facilita las opciones de turismo interior, el más ligado a
la comida y la cultura que al tiempo.
La Semana Santa, como la mayor parte del año, pero
especialmente era una época reglada para la alimentación. Ayunos y
abstinencias, más o menos respetados, más o menos transgredidos por las bulas
papales, auspiciaban entierros de sardinas, amor por los huevos, longanizadas,
etc. Y no deja de resultar curioso que de aquellas monas de Pascua, con huevos
o chocolate, hayamos pasado a la profusión de jornadas, con menús y tapas, como
las que actualmente se celebran en Zaragoza y Teruel. Algunos con cierto rigor
histórico y otros simplemente eventos promocionales del consumo hostelero.
En cualquier caso, las escapadas de estos días son buenos
momentos para saciar la curiosidad gastronómica. Resulta un tanto absurdo
contemplar cómo todavía son muchos quienes se aplican unos espaguetis en el
Pirineo o un vulgar filete con patatas en el profundo Teruel, como si siguieran
en su casa o en el barrio.
Poco a poco la oferta local de platos autóctonos,
territoriales, está creciendo en todo Aragón, con notable incidencia en la
provincia de Huesca, sin duda la más dinámica en este sentido. El viajero
inquieto –que suele ser el que más gasta− busca platos diferentes, igual que
otros paisajes. Se atreverá, si se le anima, con unas borrajas, un plato de
latón o cualquier vino del territorio. Tarea en la que un buen servicio de sala
se antoja imprescindible y sigue siendo una de nuestras tareas pendientes.
Estamos muy lejos de lograr una marca gastronómica como la que ostentan otras regiones –la verdura
navarra (sic), sin ir más lejos−, pero no hay que cejar en el empeño, y estas
fechas resultan idóneas. Ustedes mismos, como clientes y como hosteleros.
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