[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 1 de noviembre]
Cada vez son más los actos y eventos solidarios que se
celebran en estas fechas previas a las navidades, muchos de ellos relacionados
con la gastronomía. Pero mientras algunos mantienen ese aire al clásico
berlanguiano de «siente un pobre en su mesa», más relacionados con la caridad
que con la solidaridad, otros han sabido evolucionar.
Es el caso del vino de la Amistad, presentado el pasado
miércoles, y cuyos fondos van destinados a sostener proyectos de Atades, como
Gardeniers, ese centro especial de empleo que ocupa a 22 discapacitados
atareados en cultivar hortalizas ecológicas. Que no es ni el único, ni el
primero en Aragón, pero sí el más temprano a la hora de hacerse público.
Obviamente, la bodega que ha suministrado y embotellado el
vino, Enate –un goloso tempranillo 2013−, se comporta en sus tarifas, mientras
que la pintora Eva Armisén, por cierto la primera artista becada de la bodega,
ha donado el cuadro que ejerce de etiqueta.
Y no menos obviamente, aquellos ciudadanos y empresas que
adquieran este vino para sus regalos navideños, o simplemente para disfrutarlo,
saben que abonan un sobreprecio perfectamente justificado dados sus fines. Que
tampoco es mucho, caja de seis botellas por 28 euros.
Un buen ejemplo de solidaridad bien entendida. «Yo esfuerzo
un poco más mi bolsillo, porque sé que ese dinero tendrá un buen destino».
Especialmente cuando se dedica a enseñar a pescar y no a regalar un bocadillo.
Ahora solamente falta que extendamos este tipo de
solidaridad a todos nuestros actos de consumo, y no solamente en las ‘entrañables’ fechas. Por ejemplo,
comprar las hortalizas a nuestros vecinos y no a multinacionales instaladas
lejos de nuestras casas, aunque puedan costar –dudosos si contabilizáramos
daños al medio ambiente, CO2 y demás aspectos−; recorrerse el
pequeño comercio, cuyos impuestos se quedan aquí y no emigran a Irlanda, por
ejemplo; O consumir en establecimientos que abonen religiosamente las nóminas a
sus trabajadores, por supuesto en A.
Pequeños gestos, que no arruinan a nadie, pero que
probablemente son capaces de salvar a un país, especialmente en momentos como
este.
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