[Artículo publicado por el director de
GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 14 de noviembre]
Vaya por
delante que el firmante comparte plenamente el comunicado emitido por la IGP
Ternasco de Aragón, en el que se «advierte de la posible desaparición de una Indicación
Geográfica Protegida, cuyo prestigio ha traspasado las fronteras autonómicas, y
que ha alcanzado su 25 aniversario». Pero en estos tiempos que vivimos, de
cortos ‘tuites’ y más exiguos titulares, adelantar la idea de que «el Ternasco
de Aragón se encuentra en extinción» se presta cuando menos a confusión, cuando
no diversas chanzas.
En primer
lugar porque, según los parámetros usuales, ninguna de las tres razas ovinas
que conforman la cabaña de la que surge el TA, atraviesa tal trance. Sin embargo
el concepto largamente asociado a las palabras «peligro de extinción» es
precisamente lo contrario de lo que se quiere trasmitir. Pues cuando una
especie vislumbra tal peligro, lo propio es protegerla, hacerla crecer,
apadrinarla, mimarla. Es decir, que comenzáramos a adoptar a los cordericos
como animales de compañía –bastante menos molestos para el resto de la
ciudadanía que los perros, ciertamente−, hasta que fueran muchos y volviéramos
a comérnoslos.
Sin embargo,
la idea es precisamente la contraria. De entrada, que la Administración se
ocupe de los avatares y las penalidades de los ganaderos que elaboran TA, como
hacen por ejemplo los franceses con lo suyo, sorteando la burocracia bruselense
con diferentes medidas. Que ellos sí, los ganaderos, están en peligro de
extinción.
Y de salida,
que la ciudadanía, precisamente, nos comamos con fruición, abundancia y de
forma reiterada los mencionados animalicos, a la brasa o asados a cualquier
temperatura, alta o baja. Aunque Aragón sigue muy por encima de la media
nacional en el consumo de ovino, como en el resto de España sigue bajando su
consumo, bastante constreñido a los momentos de fiesta.
Así pues, si
no queremos que se extingan los ganaderos del TA, tratemos de lograr la
extinción de sus ternascos. Ardua tarea por otra parte, pues siguen manteniendo
una capacidad de producción –aun siendo pocos y maltratados− por encima de
nuestras posibilidades, perdón, disponibilidades. A por ellos.
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