[Artículo publicado por el director de
GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 29 de agosto]
Año tras año crecen las ferias y
festivales gastronómicos. Un fenómeno relativamente reciente en nuestra
comunidad –por más que la fiesta siempre haya ido asociada a la comida, al banquete−,
que se está consolidando aunque, como es habitual por estos lares, de forma
espontánea, desorganizada y sin visión general.
Simplemente con leer el resto de esta
página descubrirán la amplia oferta para este fin de semana, que comprende
desde la consolidación de tradiciones como la elaboración de la coqueta, hasta
ferias gastronómicas, como la de Barbastro, o el concurso de tapas de Canfranc.
Y así viene siendo a lo largo de todo el verano, en diferentes pueblos
aragoneses o en la propia capital, que vio cómo más de 5000 aficionados a la
cerveza artesana se concitaron el pasado fin de semana en el Centro de
Historias.
Quiérese decir que esto funciona. Para
los productores y hosteleros es una forma, masiva y sostenible, de dar a
conocer su oferta, mientras que los aficionados, o simplemente los que pasaban
por allí, se encuentran de bruces con la amplia diversidad gastronómica que
ofrece Aragón, que para eso es tan extenso. Y supone, para los turistas que nos
visitan, una cómoda forma de dar a conocer nuestra variedad agroalimentaria.
Sin embargo, en demasiadas ocasiones
estos eventos adolecen de precipitación. No se anuncian con la debida
antelación, no se publicitan bien y, especialmente, apenas se coordinan entre
sí –como pasa, por ejemplo, en Galicia, tierra de festivales gastronómicos−
para ofrecer una imagen conjunta y más o menos coherente.
Pues desde fuera nos siguen viendo como
una tierra de cocina sencilla, pegada a la tierra, sin cocineros mediáticos.
Una especie de primitiva Arcadia coquinaria, bien alejada de la realidad
existente.
Nos insisten en que la gastronomía es uno
de los pilares de la oferta turística de Aragón. Pero apenas se ven esfuerzos
en dicho sentido. Y para empezar bastaría, sencillamente, con que alguien,
alguna institución del ramo, se preocupara por coordinar y difundir el amplio
abanico de opciones. Algo que no requiere presupuesto, solo trabajo.
Pues resulta que son muchos quienes
planifican sus viajes en función de lo que podrán comer.
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