[Artículo publicado por
el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 28 de septiembre]
Me piden desde una emisora de
radio hoy —por ayer—, Día mundial del Turismo, opinión sobre el plan de turismo
que presenta el Gobierno de Aragón. Aplicado que es uno, busca la información
suministrada por el propio gobierno y lo que encuentra es una nota donde se
explica que el turismo aragonés apuesta por un plan de marketing online —oséase, mercadotecnia en red, en español—, que se
desglosa en varios apartados.
Pero resulta que solamente se
habla de medios, de posicionamiento en redes sociales, de presencia en
internet, de renovación de contenidos, de lanzamiento de campañas online específicas, etc. Pero nada de
filosofía, de contenidos políticos, porque también es política definir qué
modelo turístico queremos.
Es como ese nuevo logotipo que
sustituía a otro que nadie ha sabido recordarme. Sabemos de lo accesorio, mas
no de lo principal. De forma que seguimos como antes, más modernos y
conectados, si se quiere, pero si rumbo.
¿Turismo de interior rural o
urbano? ¿De esquiadores o de naturaleza y senderismo? Con gastronomía
sofisticada y actual, o por el contrario apostando por mesones con repletas
fuentes de ternasco a la brasa. ¿De precio alto o moderado? ¿Para familias o
para solteros? ¿Tapas o menús degustación? Apostando por los pantanos o
explotando los secanos. ¿Industrial o artesano? ¿Comarcal o aragonés?
Confieso que sigo sin saberlo.
Más allá de ocurrencias puntuales, nuestra comunidad, hace ya muchos años —y
legislaturas— que no saber por dónde avanzar. Nuestro PIB turístico sigue en
torno al 10 %, pero indefinido, amorfo. Creo que solamente falta apostar por
platas y volcanes, aunque todo podría verse.
Y a todos los palos no se puede
jugar. Hay que optar por unas escasas y potentes líneas de fuerza,
consensuarlas y apostar por ellas a lo largo del tiempo, como hacen otras
comunidades. ¿Cuáles? Que pregunten y se asesoren.