viernes, 8 de febrero de 2013

Diez razones por la recuperación de una huerta ecológica zaragozana



En los últimos años, nuestra soberanía alimentaria (el derecho a decidir lo que queremos producir, lo que queremos consumir...) ha sido vulnerada y hemos ido perdiendo la capacidad de decidir e, incluso, de exigir una alimentación de calidad. Las grandes superficies han proliferado en las ciudades y han ido deteriorando nuestros hábitos alimentarios. Detrás de este sistema alimentario global nos encontramos con las grandes corporaciones que, con el beneplácito de nuestros gobiernos y parlamentos, controlan la producción y distribución de los alimentos, considerados como un bien de negocio y no un derecho humano, sin importar las repercusiones sociales, económicas y ambientales que lleva asociados.
¿Qué comemos? ¿De dónde viene aquello que consumimos? ¿Cómo se ha producido? Son algunas de las cuestiones que preocupan, cada día más, a una parte significativa de la ciudadanía. Frente al empobrecimiento de los pequeños agricultores, la pérdida de agrodiversidad, los escándalos alimentarios… reivindicamos la capacidad de decidir sobre las políticas agrícolas y alimentarias.

1.- UN ESPACIO PRODUCTIVO: RECUPERAR UNA AGRICULTURA DE PROXIMIDAD
La existencia de extensos suelos aluviales de elevada productividad y una amplia red de acequias hicieron que, desde antiguo, la ciudad de Zaragoza se abasteciera de las frutas y verduras cultivadas en sus huertas periurbanas. La globalización del mercado ha llevado a pensar que podíamos prescindir de los espacios agrarios sin consecuencias graves para la sostenibilidad de las ciudades. En la actualidad, la mayoría de los productos que forman parte de nuestra alimentación provienen de espacios cada vez más lejanos mientras nuestro suelo agrícola se ha ido urbanizando a la vez que se abandonaba la producción hortícola. Tenemos la responsabilidad de preservar para las generaciones futuras lo que nos queda de este suelo no renovable y, por todo ello, es urgente la creación de la figura de Parque Agrícola que recupere una agricultura de proximidad y permita una producción y consumo más sostenible.

2.- UNA AGRICULTURA ECOLÓGICA: BUENA PARA EL MEDIO AMBIENTE
El auge de las formas de producción agraria basadas en el sobreconsumo de agua, energía, fertilizantes y pesticidas químicos está teniendo repercusiones ambientales importantes entre las que cabe destacar la contaminación del suelo, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de los recursos hídricos superficiales y subterráneos de todo el planeta, así como el aumento de las emisiones de CO2. Además, el incremento incesante del precio del petróleo hace que la agricultura ecológica, más eficiente en cuanto al uso de energía, sea más sostenible, desde el punto de vista económico y ambiental, que la convencional.  Hay otra forma de producir, respetuosa con el medio ambiente y beneficiosa para nuestra salud.

3.- UNA AGRICULTURA ECOLÓGICA: BUENA PARA LA SALUD
La calidad y la seguridad de los alimentos que comemos está cada vez más en entredicho a raíz de los escándalos alimentarios: dioxinas en los pollos, priones locos en las vacas, transgénicos, antibióticos para el engorde,... El uso generalizado de pesticidas y fertilizantes químicos en la producción convencional eleva la posibilidad de encontrar residuos en los alimentos con un riesgo considerable para la salud de las personas consumidoras y de quienes trabajan en la agricultura. Según muchos estudios sobre nutrición, gran parte de las enfermedades degenerativas tienen su origen en la alimentación. La agricultura ecológica es la única forma de asegurar al consumidor unos alimentos más sanos y con mejores cualidades nutritivas. Además, en la agricultura ecológica no están autorizados los transgénicos, organismos genéticamente modificados.

4.- UNA AGRICULTURA QUE POTENCIE LAS VARIEDADES LOCALES
La agricultura intensiva ha ido sustituyendo las variedades tradicionales, adaptadas al suelo y clima de cada zona, resultado de un proceso de selección milenario llevado a cabo por generaciones de hortelanos y hortelanas. Es importante recuperar este patrimonio genético que se encuentra al borde de la desaparición. Un ejemplo claro es el caso del tomate. En el mundo se habla de la existencia de hasta 18.000 variedades, frente a las 3.000 en el caso de estado español y las cerca de 200 variedades en Aragón. Por contra, hoy en día podemos encontrar en el mercado apenas 8 o 10 variedades de tomates y podríamos contar con los dedos de una mano las que corresponderían a variedades aragonesas. Las variedades que encontramos en el mercado no difieren entre comunidades autónomas ni incluso entre países.

5.- UNA AGRICULTURA QUE RECUPERE LOS SABORES DE LOS PRODUCTOS
Cada vez consumimos productos importados de más lejos que deben ser recolectados antes de su maduración, manipulados, envasados, refrigerados y transportados hasta los mercados de las ciudades, donde llegan sin su frescor, sabor y propiedades. Demandamos productos ecológicos, próximos y de temporada que se recolecten en el punto óptimo de maduración y conserven su auténtico aroma, color y sabor así como sus propiedades nutricionales.

6.- UNA AGRICULTURA QUE IMPULSE LA ECONOMÍA LOCAL Y LA CREACIÓN DE PUESTOS DE TRABAJO
Zaragoza ha sido una ciudad agrícola con gran número de personas que trabajaban en su huerta y que abastecían a la población de productos frescos desde su entorno más próximo. En los últimos tiempos, fruto de la falta de políticas que apoyaran realmente los productos de la huerta de Zaragoza, los espacios agrícolas que producían hortalizas y frutas se han ido reconvirtiendo y el número de hortelanos ha ido disminuyendo de forma alarmante. Es importante valorar el trabajo agrícola y la profesión de agricultor o agricultora a la vez que recuperar la producción hortícola de proximidad que genere puestos de trabajo y que permita una alimentación local y de temporada de tipo agroecológico.

7.- UNA AGRICULTURA QUE APOYE LA COMERCIALIZACIÓN DE CIRCUITO CORTO
Defendemos un nuevo concepto de “circuito corto” que disminuya las intermediaciones entre las figuras de productor y consumidor. Este "circuito corto", apoyado en una economía local, permitirá generar puestos de trabajo así como saber qué comemos y cómo se ha producido. En definitiva, conseguirá recuperar la relación de confianza entre productor y consumidor.
Este sistema debe ayudar a mejorar las rentas percibidas por quienes producen, así como justificar el precio final pagado por quienes consumen. Del mismo modo, la cercanía entre productores y consumidores supone una menor emisión de gases contaminantes derivada de las actividades de transporte, almacenamiento y logística alimentaria.

8.-UN PATRIMONIO CULTURAL Y PAISAJÍSTICO
Zaragoza, ubicada en la confluencia de tres ríos y un canal, ha sido una ciudad agrícola desde sus orígenes. El paisaje agrario, la red de acequias o las torres agrícolas han ido desapareciendo o deteriorándose y lo que todavía permanece constituye un patrimonio histórico y cultural que hay que conocer, proteger, conservar y divulgar. La falta de políticas que apostaran por el impulso de una agricultura de proximidad ha conllevado que los gobiernos municipales fueran modificando los planes generales de ordenación urbana (PGOU) para permitir la expansión de la ciudad sobre espacios agrícolas, destruyendo de esta manera porciones sustanciales del espacio productivo con su correspondiente patrimonio paisajístico y cultural. Es urgente y necesario invertir esta tendencia y desarrollar un Plan de la Huerta que ponga en valor este patrimonio y lo proteja.

9.- UN ESPACIO AGRÍCOLA EDUCATIVO
Los espacios agrícolas constituyen un patrimonio paisajístico, natural, histórico y cultural que, sin embargo, es muy poco conocido y valorado por la población. Es necesario poner en marcha un proceso informativo y educativo entre los diferentes sectores de población que permita desarrollar una nueva cultura del suelo que reconozca la importancia de nuestros paisajes agrícolas, valore el papel de las personas que en ellos han trabajado a lo largo de la historia así como los beneficios que puede suponer para la ciudad el contar con una agricultura ecológica de proximidad.
El espacio agrícola constituye asimismo un recurso educativo para la formación de nuevas personas agricultoras y una fuente de investigación científica que debe impulsarse desde las universidades y centros de investigación.

10.- UN ESPACIO PARA EL DISFRUTE Y EL ENCUENTRO SOCIAL
Los espacios agrícolas constituyen lugares privilegiados para el paseo y el disfrute en torno a los cuales deberían promoverse actividades culturales y de ocio que aumenten la calidad de vida de la población y que constituyan una oferta turística complementaria a los ingresos de la producción agrícola. Recuperar espacios urbanos para el desarrollo de huertos sociales, además de obtener productos para el autoconsumo, constituye una oportunidad para "repensar" la ciudad,  mantener el contacto con la tierra, fomentar las relaciones sociales y el intercambio de experiencias. El gran auge de estos huertos urbanos precisa una normativa específica que regule su sistema de alquiler así como la forma de producción de los mismos.

Y PARA QUE TODO ESTO SEA POSIBLE 
Es importante que existan políticas públicas decididas que apuesten por una producción agrícola y un consumo de proximidad, a la vez que espacios de participación social que actúen de impulsores y dinamizadores de los espacios agrarios periurbanos.
POR TODO ELLO Y COMO PRIMER PASO PROPONEMOS 
Que el Ayuntamiento de Zaragoza ponga en marcha las medidas necesarias que permitan desarrollar la siguiente resolución aprobada en el Pleno municipal de fecha 13 de noviembre:  “el Gobierno de Zaragoza se compromete a la realización de un experiencia piloto de huerta ecológica de km. 0. Dicha experiencia podría desarrollarse bien en terreno municipal o privado del entorno de Zaragoza, tras acuerdo de alquiler con los propietarios”

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