[Artículo publicado por
el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 2 de marzo}
Decía
el chiste que aquella iglesia era de estilo mudejao.
«Querrá usted decir mudéjar». «No, señó,
mudejao, que apenas la cuidan y está mu
fea». Pues algo parecido está pasado con la turolense feria Gusto Mudéjar, que
se solía celebrar en el mes de marzo y que se ha pospuesto hasta el otoño... si
encuentra financiación.
¿Ha
sido? ¿Es? una propuesta necesaria en el panorama gastronómico aragonés y
nacional. Contaba con uno de los concursos de cocina mejor dotados del país,
hasta 6000 euros llegaron a obtener los ganadores, y el de sumilleres ofrecía
una esperanzadora andadura, gracias al ánimo e impulso de Raúl Igual.
Mas la
postergación de la feria, un secreto a voces, ha pasado con demasiado sigilo en
Zaragoza. Quizá porque siempre prefirió mirar hacia otros lados, como Valencia,
en lugar de aprovechar el vigor gastronómico de la capital aragonesa. Una vez
más ha funcionado el victimismo inverso, nos quieren desde el centro, pero
tampoco trabajamos para conseguir el cariño.
Son
tiempos de crisis y parece lógico repensar los excesos cometidos, pero ello no
implica deshacer todo lo hecho. La feria del vino de Montañana, un éxito de
visitas, no tendrá en esta edición financiación municipal, pero se seguirá
celebrando; más austera, sí, pero seguirá siendo un referente para aficionados
y bodegas emergentes.
Gusto
Mudéjar, como Qualimen, cuyo final también parece escrito, son ejemplos de
eventos generados para el sector, desde las instituciones, pero sin los
protagonistas. Modelos de un cierto despotismo
ilustrado, que desaparecen del mapa a la par que los dineros —públicos— de
quienes inauguran.
Serán,
seremos, los actores de la agroindustria y la gastronomía, quienes debamos
tomar el protagonismo en estos necesarios encuentros. ¿O es que ya no sabemos
generar actividades sin los dineros públicos?
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