[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 6 de febrero]
Debido a las actualizaciones de las rentas antiguas han
cerrado en Zaragoza, y en otras ciudades, bastantes locales clásicos que no han
querido, o podido, asumir las actualizaciones del alquiler derivadas de la ley
Boyer. Ocasión que está aprovechando las grandes cadenas comerciales para abrir
establecimientos en los centros históricos y comerciales.
Avanza ello un futuro en el que prácticamente dará igual
pasear por las Ramblas, la Gran Vía o el paseo de Independencia, dado que los
escaparates serán idénticos en todas las calles, perdiendo el encanto de las
grandes ciudades. ¿Sería Barcelona la misma sin sus colmados? ¿Huesca sin sus
pastelerías a pie de calle?
Esta batalla hace años, si no décadas, que la vamos
perdiendo en Zaragoza. Salvo en determinados barrios, y no todos, han ido
desapareciendo las carnicerías, las pescaderías, aquellos entrañables ultramarinos,
aunque no las verdulerías, que surgen como setas, probablemente como recurso de
parados para escapar de la crisis. Y las numerosas tiendas de alimentación de
los orientales no alumbran un paisaje atractivo.
De hecho, la mayoría de los mercados zaragozanos atraviesan
una dura encrucijada. Por resolver la reforma del Central, por completar el de
san Vicente de Paúl –el del Valdespartera ya funciona a velocidad de crucero− y
en fase terminal la mayoría de los privados, ayunos de puestos y clientela.
Ignora uno si se está a tiempo de salvar este pequeño
comercio alimentario, cercano y personalizado. Pero sí está claro que aquí no
vale echar la culpa a los políticos, las grandes cadenas o los políticos. Hemos
sido los propios ciudadanos quienes, por pereza, comodidad o desidia,
provocamos esta agonía. También, es cierto, que la legislación española,
reacción a la tragedia de la colza, imposibilita la creación de mercados
callejeros o la exposición de aquellas sardinas de cubo a pie de calle.
Por lo menos, en Zaragoza, nos queda esa excepción semanal y
ecológica detrás del teatro Principal, donde son los propios agricultores
quienes nos venden el fruto de su trabajo. Además de sabiduría y conversación,
que también cuentan.
Totalmente de acuerdo pero deberíamos fomentar la compra en ese comercio de cercanía, con grandes profesionales que conocen el producto que venden y nos aconsejan. Hay gran diferencia en comprar en un mercado o en una gran superficie o supermercado. Además es una actividad entretenida que fomenta la comunicación entre las personas.
ResponderEliminarY uno de los mercados que en Zaragoza merece la pena conocer es el Mercado Altabás en la Calle Sobrarbe 3 de Zaragoza. Justo al cruzar el puente de Piedra. Está a nuestro servicio desde 1949, y con la remodelación del pasado verano y sus cinco puestos con actividad, tiene encanto como pocos en Zaragoza. Recomiendo su visita y ahí nos vemos. Gracias. Gonzalo