[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 11 de abril]
Muchos de ustedes van a ser clientes de hostelería en los
próximos días, que para eso son festivos. Y si desde esta columna solemos
comentar, valorar y criticar las actitudes de los malos profesionales, hoy toca
hacerlo de los pésimos consumidores, que también los hay, por más que sean
soberanos en el gasto de su peculio.
Mismamente, las reservas. Llamamos al restaurante, pedimos
la mesa para seis y, como mucho, dejamos un teléfono, otro, falso, en
demasiadas ocasiones. El hostelero ha dejado de vender esa mesa y espera que
lleguen. Y ¿si no? Pérdidas, disfunciones, mal rollo en definitiva.
A nadie nos gustó cuando los hoteles impusieron demandar la
tarjeta de crédito para evitar los descuidos
en el minibar, el teléfono u otros servicios. Hoy ya es habitual y, dado el
panorama, pronto lo será para reservar esa mesa en el restaurante. Si
engañamos, ellos se pondrán en prevengan.
Usted, como cliente, tiene derechos, pero no todos. Acude a
un restaurante, no al comedor de su cocina. Y si la carne le gusta tan, tan hecha, debería entender que es
criterio de la casa, hacerla o no. Si un carpintero se puede negar a hacer esa
mesa imposible de dos patas, quizá el cocinero tenga también su dignidad
profesional.
Y, naturalmente, existen ciertos códigos que el cliente
debería conocer o, al menos, no sobrarse. El Steak tartar, qué le vamos a
hacer, es carne cruda: si no le gusta, no lo pida; y, sobre todo, no lo pida
muy hecho. Una vichyssoise es fría, no proteste si no está caliente: eso se
llama crema de puerros. Y apenas hay bueyes, sépalo ya; lo que comemos por aquí
es vaca vieja, muy buena, pero vaca, hembra y no macho castrado.
Si nos fiamos del que nos vende la ropa, hecha allende los
mares; de los cacharritos electrónicos, elaborados por asiáticos mal pagados,
¿Por qué no hemos de hacerlo de unos profesionales que son conscientes –en su
inmensa mayoría− de que juegan con nuestra salud?
Pues eso, sea cliente, pero sensato.
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