[Artículo publicado por
el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 18 de mayo]
Si
hubiera que elegir un mes del vino
muchos optarían por el de la vendimia, septiembre —más o menos, en función de
la maduración y el cambio climático—. Los franceses, quizá, por noviembre,
cuando les llega ese vinillo excelentemente publicitado el beaujolais nouveau, siempre el tercer jueves de noviembre. Las
bodegas y los tenderos quizá optaran por diciembre, cuando más venden, y los
hosteleros, por aquello del Pilar —aunque no se ha explotado su potencial para la
promoción vinícola—, se quedarían con octubre.
Sin
embargo, la realidad es otra, al menos en Zaragoza. Junio. El último mes
primaveral se ha convertido, al menos en 2012, en el del vino. Vean: el primer
fin de semana, Cariñena presentará su nueva colección del Vino de
las piedras, en el auditorio, con tapas y buenos precios. Pero la semana
siguiente será el Campo de Borja quien celebre, también en la capital, su
muestra de garnachas. Y, probablemente, a finales de mes desembarque en
Zaragoza la DOP Calatayud, con renovadas energías para colocarse a la altura de
su potencial.
Y, por
si fuera poco, los amigos de El Broquel, han convocado una cita cultural y
callejera, en torno al vino y la calle Broqueleros, el próximo fin de semana,
con diez stands de bodegas.
Oseáse,
que por falta de oportunidades no será. Los aficionados, en apenas cuatro
semanas, van a poner acercarse a la realidad de los vinos, sino aragoneses, al
menos zaragozanos, provincia en la que se concentra la producción de la
comunidad.
La única
duda que asalta a uno, es si tanto vino, y bueno, nos lo tendremos que beber
los de siempre, los que tiramos al alza esa media de 16 litros español/año, o
nuestros bodegueros serán capaces de acercarse a quienes solo conocen el vino
como ingrediente de la sangría. Que son los más y, para mayor dolor, los más
jóvenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario