[Artículo publicado por
el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 25 de mayo]
Es en
el ámbito educativo, además del entorno familiar, donde se consolidan los
hábitos alimentarios de la población. Los que, además, determinarán el gasto
sanitario, que crece según avanza los nuevos modelos alimentarios.
Simplemente
con ver qué almuerzan y meriendan los pequeños y adolescentes nos ubicamos con
precisión en una época determinada. A través del bocadillo de chorizo, el pan
con chocolate, el tigretón, los zumos
en tetrabrik o sándwiches envasados han pasado bastantes décadas. Y no está
claro que la evolución haya sido para bien.
También
en este ámbito se han desarrollado importantes campañas de promoción.
Casualidad o no, Aragón donde durante
años se llevó la campaña de consumo de frutas y verduras 5 al día al ámbito escolar, supera de largo la media española de
consumo de estos imprescindibles alimentos. Y se han promocionado productos
autóctonos, fomentado desayunos saludables, etc. La única competencia al
poderío publicitario de la gran agroindustria.
Sin
olvidar la función socializadora, de comportamientos y gustos que tienen los
comedores escolares, donde resulta casi imposible —si funcionan bien— que los
niños caprichosos impongan sus gustos en la mesa, como pasa en tantos
domicilios.
Y se
podría haber ido más allá. Introduciendo los alimentos ecológicos y de
proximidad en los menús colectivos; incorporando la alimentación en el
currículo escolar, para que sepan, por ejemplo, cuándo se recogen los tomates,
o de donde viene la leche; sin olvidar lo práctico que resultaría que
aprendieran, siquiera mínimamente, unas nociones de nutrición y cocina.
Pero,
vistos los tiempos que corren, contentos podremos estar, si no se desmonta el
sistema público educativo. Y aunque ante el fragor de los recortes, perdón
ajustes, lo anterior parezca una nimiedad, se debería tenerlo en cuenta para el
futuro. Si lo hay.
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