[Artículo publicado por
el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 24 de
febrero}
Por fin tenemos vino ecológico de forma legal. Hasta la
fecha, los reglamentos de la Unión Europea tan sólo hablaban de vino elaborado
a partir de uvas de cultivo ecológico. Pero ya existe uno propio para la
práctica vitícola, que, por ejemplo, no autoriza ni el ácido sórbico, ni la
desulfurización, a la par que sitúa el nivel de los sulfitos un mínimo de 30-50
mg. por litro más bajo que en los convencionales.
No se asusten los escépticos. Pues vino ecológico no
significa volver a estrujar las uvas con los pies, abandonar la higiene y criar
en roñosas barricas. Simplemente, es llevar al papel lo que ya existía en la
práctica, una forma de elaboración que huye de los productos químicos de
síntesis y actualiza la tradición, según los avances de la técnica.
Además, este reconocimiento va a permitir que nuestros
vinos ecológicos —los europeos— puedan competir con australianos, americanos o
sudafricanos, que ya contaban con este aval. Y también los aragoneses,
recientemente premiados en la feria BioFach, donde tanto Ecolécera como Tempore
acaban de cosechar brillantes medallas.
Pues el vino era el único
producto no contemplado por los reglamentos ecológicos. Y como sucede con otros
productos el consumo sigue subiendo, quizá de forma lenta, pero inexorable.
Aquí, de momento, se elabora en las Cinco Villas, en el Bajo Aragón y en las DO
Cariñena y Somontano, y ya no resulta un caprichito para esnobs.
Ya que, normalmente, el vino
ecológico, como el resto de productos amparados por los diferentes comités, no
se limita a cumplir las normas. Supone una apuesta por el territorio, por el
mundo rural, por la sostenibilidad y el desarrollo armónico.
Otra forma, complementaria por
cierto, de entender la industria agroalimentaria, a una escala más humana y
cercana. Que se está encontrando con su público.
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