[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 10 de febrero}
Si la televisión refleja la
realidad, resulta que somos un país profundamente estreñido. No hay más que
mirar los anuncios, sea en la autonómica o cualquiera de las privadas, para que
nos asalten las repetidas imágenes de esa especie de yogures que ayudan al
tránsito intestinal o el diálogo de una afamada actriz, Natalia Verbeke creo,
con su inodoro, con el que se acaba de reencontrar gracias a otro producto,
comestible y milagroso.
Parece, pues, que el
estreñimiento es uno de los males actuales; y quien quiera que lo utilice
asimismo como metáfora. Los conductos se atascan, lo que entra no sale por más
que se empuje. No hay circulación, como tampoco hay crédito, por más que la
sustancia, o el dinero, sí esté ahí.
Dado que no es un grave problema
sanitario —se sufre en silencio, como las hemorroides—, ha sido la industria
alimentaria quien se ha aplicado en su solución,
o eso es lo que sostiene. Y no casualmente, la misma industria que ha logrado
modificar nuestros hábitos alimenticios —también gracias a su poder
anunciante—, colocándonos comida preparada, es la que nos vende la solución,
también, faltaría más, gracias a sus elaborados.
Ciclo cerrado. Se crean
necesidades desde pequeñitos, acostumbrando a nuestras criaturas a determinados
saborizantes, y una vez enganchados, nos
vienen con la solución, que también pasa por caja.
El abandono de las verduras, el
olvido de las sopas, la falta de frutas y otros productos crudos, como las
ensaladas, se encuentra detrás de estos atascos intestinales. Tanto pan
industrial, embutidos repletos de conservantes, salsas sabrosas más poco
naturales, edulcoradas bebidas, azúcar sin cuento, abuso de la sal, provocan
que las visitas al servicio sean cada vez más espaciadas.
¿Y si comiéramos mejor? ¿O de
otra forma? La solución está, simplemente, en organizar la despensa de cada
cual.
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