[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 19 de julio]
Cuentan los teletipos, perdón internet,
que el restaurante Can Fabes acaba de cerrar sus puertas. Así lo ha anunciado
la familia: «Can Fabes
carece de la viabilidad económica necesaria para seguir con un proyecto basado
en la excelencia, y por ello hemos decidido poner el punto final a uno de los
capítulos más brillantes de la cocina catalana y europea de los últimos 25
años».
El proyecto no ha podido sobrevivir al fallecimiento de
su impulsor y jefe de cocina, Santi Santamaría, hace ya dos años y medio. Por
más que su presencia, probablemente, tampoco lo hubiera evitado.
Aun siendo uno más, enviando profesionales al paro –que
probablemente encontrarán pronto trabajo, debido a su cualificación−, no es
como la mayoría. Los abundantes cierres de los restaurantes españoles tienen
que ver, sí, con la crisis, pero también con un cambio de modelo hostelero.
Desde la llegada del euro, y la reasignación de precios
que provocó, la hostelería vivió su particular burbuja, atendiendo a un
creciente y despreocupado consumidor, sin plantearse de forma habitual la
sostenibilidad del negocio, la calidad, la profesionalidad, etc. Y cuando
llegan las penurias solamente sobreviven los más fuertes, los mejores o los
adaptados a su entorno, que no implica necesariamente el ser buenos.
Así que sigue el goteo de persianas bajadas. Lo curioso
es que, mientras crece el consumo de objetos de lujo en nuestro país –una real
obscenidad−, los restaurantes de alta gastronomía sufren brutales bajadas de
facturación.
Una contradicción en toda regla, salvo que asumamos de
una vez que jamás hubo once mil gastrónomos en nuestro país, por denominar así
a los aficionados capaces de invertir su ocio en disfrutar del paladar; pagando
lo que cuesta, evidentemente. Que la alta gastronomía fue otra burbuja,
inasumible desde la estricta pasión palatal, y justificada, solamente, por
aquellos tiempos de riqueza y esnobismo, que nunca volverán.
Bien dicho, creo que hubo un tiempo en que se compraba humo gastronómico a precio de oro y ahora hemos descubierto que el humo no alimenta... Feliz Verano
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