[Artículo publicado por
el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 10 de octubre]
Desde hace ya bastantes años, aunque no tantos, Aragón se
ha reencontrado con uno de sus recursos naturales, las setas. Afición
minoritaria hace décadas –apenas el robellón− y hoy pasión de muchos, entre los
que también se encuentran quienes tratan de redondear sus economías sirviendo
el preciado fruto otoñal del monte. Que, en ocasiones, son auténticos
depredadores de estas delicadas especies.
Poco a poco se van imponiendo los cotos municipales,
probablemente la única forma de que los lugareños se aprovechen sus recursos
naturales y, a la vez, se ordene esa auténtica peregrinación de aficionados y
arribistas en busca de hongos. Ya hay experiencias satisfactorias, pero todavía
minoritarias. Y aunque desde el gobierno de Aragón se suelen difundir
recomendaciones y prohibiciones diversas para estos micólogos de ocasión,
todavía son demasiados quienes acuden a depredar el monte, por ejemplo, con
bolsas de plástico. Y en tales cantidades que los ímprobos esfuerzos de
forestales y ‘sepronas’ se quedan
todavía cortos.
Hemos de ser conscientes de las riquezas que atesora
nuestro territorio y convertir en virtud el ser pocos en tan amplio espacio.
Otras comunidades, especialmente Soria, pero también Navarra, han conseguido
situarse en primera línea en la difusión de la cultura de los hongos, por no
hablar de catalanes y vascos, ávidos consumidores. Aquí, una vez más, vamos
retrasados, aunque sean muchos los foráneos que vienen a por nuestras setas.
Pues que paguen las tasas correspondientes.
Aunque, eso sí, ya se puede afirmar que hemos superado
otra de las sempiternas carencias, pues las setas ya están en nuestros bares y
restaurantes; a veces hasta llegando a aburrir. Pero es lo que hay que hacer,
aprovechar la temporada, la producción y acercársela al gran público, en forma
de tapas, platos, menús, jornadas, lo que sea. Confiando en los expertos y con
moderación, pues si bien levemente, las setas son tóxicas, por lo que no
conviene abusar de ellas.
Pero ya que están, aprovechémoslas.
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