[Artículo publicado por
el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 26 de septiembre]
Sale lo mejor. Y parece que sí,
al menos en lo que al sector agroalimentario y gastronómico se refiere. Bares y
restaurantes se ponen sus mejores galas y ofrecen diferentes menús tanto para las
fiestas como para el día grande, el domingo. Menús a precio cerrado, como
reclama la clientela, diseñados para celebrar la fiesta, a lo grande. Y los hay
de todos precios, desde los ajustados veinte euros, hasta los que sobrepasan
los cincuenta, ya para gente con posibles y ganas.
Junto a esta oferta, no nos
engañemos, también hay quienes aprovechan estos días para hacer caja y
recuperar sus finanzas, aprovechando el aluvión de forasteros y las pocas ganas
de discutir que suponen las fiestas. Discrimínelos, por favor, que flaco favor
hacen a la ciudadanía en general y, en particular, a la imagen gastronómica de
nuestra ciudad, ya por debajo de su lugar natural.
Pero donde mejor se aprecia este
efecto difusor de nuestra oferta es el sector agroalimentario. La plaza de Los
Sitios se convierte en el perfecto escaparate de la artesanía aragonesa, donde
cada año se concitan decenas de productores, que a la vez que venden el fruto
de su trabajo –aproveche y aprovisiónese para las navidades−, invierten todo el
tiempo del mundo en explicarlo. Es uno de los ejes fundamentales, junto a la
cercana Carpa del Ternasco que, además de música y espectáculos, promociona de
muy diversas formas nuestro producto estrella.
Sabido es que el viajero prolonga
siempre el viaje a través de las compras gastronómicas, a la par que la calidad
de su recuerdo dependerá de cómo le hayan ido las comidas y cenas. Y hay en
Zaragoza, en Aragón, fenómeno más masivo, ni con mayor capacidad de atraer
visitantes que las fiestas del Pilar.
Y dado que nos promocionamos poco
fuera, que somos incapaces de ganar otros mercados ‘in situ’, aprovechemos al menos esta oportunidad. Los unos
vendiendo, los otros promocionando, y los ciudadanos presumiendo de nuestros
productos y establecimientos. Queriéndonos en definitiva, aunque sin perder la
mirada crítica, siempre necesaria.
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