[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 30 de agosto]
Ya está aquí. Por mucho que las
poderosas empresas agroalimentarias hubieran ya convertido la producción de
carne en una industria al modo de la automovilística, faltaba ir más allá. Y ya
hemos llegado. Podremos comer carne, “hamburguesas”, a partir de células madre
de vacuno, eso sí, ecológico.
Dicen que ha costado 248 000
euros y cinco años de trabajo (se supone que sin contar los sueldos del equipo
de la Universidad de Maastricht, ni su equipamiento), pero que el coste de esta
¿hamburguesa? se reducirá según se vaya industrializando.
De entrada, la maquinaria
ideológica ya ha comenzado a funcionar. Apelando al prestigio de la FAO
–menguado, sí, pero referente todavía−, los responsables de este conglomerado
de células, unas 20 000, nos dicen que paliará el hambre en el mundo –aunque no dice si los
insectos servirán de guarnición o crujiente ensalada−; que reducirá la
contaminación debida a los pedos de las vacas en cautividad; y evitará tener
que sembrar miles de las hectáreas que ahora se utilizan para cultivar la soja
y el maíz que se comen los animales. ¡Qué lindo!
Una vez modificado a gusto de la
industria el sistema alimentario del planeta, auspiciando transgénicos, cuyas
semillas no sirven para plantar; generando enormes extensiones de monocultivos,
que terminan con la biodiversidad y la cultura local; teniendo que recurrir a
numerosos antibióticos, para que los bichos lleguen sanos al matadero, perdón,
al sacrificio; convirtiendo a muchos “ganaderos autónomos” en utópicos
asalariados de quien les compra los animales –fijando precios− y les vende
crías, alimento y medicinas; creando consumidores adictos desde niños, a través
de regalos o estudiadas campañas publicitarias; haciendo que comamos bonitas
pero insípidas frutas, todas iguales a sí mismas…
Tras crear el caos y despilfarro
actual, en vez de volver atrás, hacia lo sensato, lo micro y lo cercano, otra
vuelta de tuerca. Pues que con su kétchup se la coman.
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