[Artículo publicado por el director de GASTRO ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 15 de noviembre]
Vaya por delante que, como consumidor habitual de vino, a uno le resbalan las opiniones de Parker. Como tantos otros –cada vez menos, eso sí−, nuestra generación ha nacido inmersa en la cultura del vino, desde las rebanadas con pan y azúcar, hasta su disfrute en la mínima celebración. Cultura mediterránea donde el vino, amén de alimento sagrado, es relación, convivencia y placer.
Vaya por delante que, como consumidor habitual de vino, a uno le resbalan las opiniones de Parker. Como tantos otros –cada vez menos, eso sí−, nuestra generación ha nacido inmersa en la cultura del vino, desde las rebanadas con pan y azúcar, hasta su disfrute en la mínima celebración. Cultura mediterránea donde el vino, amén de alimento sagrado, es relación, convivencia y placer.
Pero,
ciertamente, los que seguimos disfrutando del vino, no podemos bebernos todo lo
que en el ámbito mediterráneo se produce. Por mucho que lo intentemos, y lo
hacemos, es necesario exportar vino, venderlo fuera. Especialmente en los
lugares emergentes, como Estados Unidos, Canadá, Rusia o China.
Pero
allá el vino resulta ajeno a su tradición, es una moda sobrevenida –y que dure−
que necesita imbricarse en su cultura, normalizarse y convertirse en hecho
habitual. Mientras tanto, y especialmente donde se imponen los modos
anglosajones, necesitan referencias, gurús en definitiva.
Y
allí entra Parker. Sus opiniones, los puntos que concede, supone multiplicar
por bastante la venta de vinos en dichos mercados. No es broma, hoy los
importadores lo primero que preguntan a una bodega es por el número de puntos
Parker; si los hay, se negocia, de lo contrario, hasta otro día.
Y
si queremos que nuestras bodegas sigan produciendo esos magníficos vinos,
tienen que vender fuera; así los escasos que quedamos –siendo optimistas, en
España no llegamos a veinte litros de consumo al año− celebramos con alborozo
cada nueva puntuación.
Enhorabuena,
pues, a Alto Moncayo por ese doblete de cien puntos. Merecidos, aunque algunos
sigamos sin entender cómo se pueden medir las sensaciones de forma numérica.
Pero enhorabuena, sobre todo, a los consumidores de Alto Moncayo, y la hermana
Borsao, que podremos seguir disfrutando de esas magníficas garnachas del Campo
de Borja.
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