[Artículo publicado por el director de GASTRO
ARAGÓN en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, del viernes, 5 de octubre]
No, no se trata de nueva una
asociación de gente dada al ostracismo, aliada para vencer su timidez, ni
tampoco un nuevo grupo de pop. Es el futuro, la que se avecina. Resulta que la
Unión Europea aprobará en un par de meses una nueva normativa por la que ya no
será obligatorio especificar la procedencia de estos bivalvos en las latas de
conservas.
Así, mientras por un lado Europa
impulsa denominaciones de origen protegidas, DOP; IGP, indicaciones geográficas
protegidas; AE, agricultura ecológica; o ETG Especialidades tradicionales
garantizadas, del otro se carga dicha filosofía. Las presiones de la gran
industria pesquera y conservera española se encuentran detrás de estas
modificaciones, que se pasa por el forro de la ley el espíritu europeo de
protección de los propios alimentos singulares.
¿Es igual un mejillón gallego,
cultivado tras años de experiencia, enlatado al lado, en origen, que otro
pillado en cualquier lugar del planeta, a cargo de trabajadores malpagados y
sin estrictos controles sanitarios? Evidentemente, no.
Pero la industria sabe, o cree,
que todo cuela al consumidor. Si nos hemos tragado anchoas del Cantábrico
cuando su pesca estaba vetada; si consumimos toneladas de langostinos
procedentes de Asia y causa indirecta de los estropicios de los tsunamis, al
desaparecer los manglares tradicionales... Quieren pensar que nos comeremos
cualquier cosa.
Y probablemente acierten. Los
hechos indican que es relativamente sencillo modificar nuestros hábitos
alimentarios. Comeremos mejillones enlatados —a buen precio, eso sí, en
cualquier gran superficie— y tendremos que buscar con lupa y visa, los de casa,
los gallegos.
Sabemos que la globalización está
aquí, y que no se irá. Pero, al menos, a los que nos gusta leer las etiquetas
—provistos, eso sí, de una buena lupa— déjennos elegir qué comemos. Aunque se
nos vacíe el bolsillo.
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